Publi? le 17 de febrero de 2010 dans Economía
Este artículo tiene como finalidad presentar lo más claramente posible :
1) Las dinámicas y las contradicciones del capitalismo.
2) La fase general de obsolescencia del capitalismo.
3) El intermedio de los Treinta años gloriosos.
4) El retorno de las crisis y la de 2008-09.
Aunque escrito lo más claramente posible, la lectura de este texto es facilitada por un conocimiento mínimo de los principales conceptos de la crítica marxista en economía política [1]. Al lector poco familiarizado con la materia le aconsejamos que se salte la primera parte, más ‘técnica’, sobre Las dinámicas y contradicciones del capitalismo, y que comience por la segunda, que presenta el cuadro general de La fase de obsolescencia del capitalismo. Después podrá volver allí para encontrar las aclaraciones necesarias sobre los mecanismos económicos. Algunas explicaciones o complementos útiles no necesarios inmediatamente para su comprensión han sido trasladados a notas a pie de página. Finalmente, las numerosas referencias a Marx no hacen las veces de argumento de autoridad, sino que están allí para indicar lo que nos ha guiado en nuestro análisis. Son tanto menos asertorias cuanto que hemos tenido cada vez el cuidado de validarlas con datos reales y estadísticos.
1. Dinámicas y contradicciones del capitalismo
Según Marx, las raíces de las crisis de sobreproducción son múltiples [2]. Sin embargo, las dos causas principales que analiza más ampliamente, y que son también las más efectivas en la práctica, son la baja tendencial de la tasa de ganancia y las leyes de repartición del producto total entre el capital y el trabajo que engendran una insuficiencia de la demanda final : “La sobreproducción moderna tiene como base, por un lado , el desarrollo absoluto de las fuerzas productivas y, como consecuencia de ello, la producción en masa por los productores encerrados en el círculo de los víveres necesarios, y, por otro , la limitación por la ganancia de los capitalistas” [3].
Expresa aquí muy claramente la doble coacción que pesa permanentemente sobre el capitalismo : por un lado, producir de manera suficientemente rentable –es decir, extraer suficientemente plustrabajo con relación al capital invertido- y, por otro, realizar éste en el mercado [4]. Que una u otra de estas dos etapas indispensables del circuito de acumulación llegue a faltar, en todo o en parte, y el capitalismo se ve entonces confrontado a crisis de sobreproducción : ya sea a causa de “la limitación por la ganancia de los capitalistas” ( la baja de la tasa de ganancia ), ya sea por la insuficiencia de los mercados como consecuencia del ‘enclaustramiento de los productores en el círculo de los víveres necesarios’ habida cuenta del “desarrollo absoluto de las fuerzas productivas” ( las leyes de repartición del producto total entre capital y trabajo que engendran una insuficiencia de la demanda final ). Son las bases teóricas y empíricas de esta doble determinación de las crisis en el marco de la reproducción ampliada del capital que vamos a analizar aquí.
1.1 Resortes y límites internos del capitalismo
1.1.1 Los resortes internos de la reproducción ampliada
Como todas las otras sociedades de explotación, el capitalismo se articula en torno a la apropiación de plustrabajo [5]. Sin embargo, ésta ya no está centrada únicamente en torno a la satisfacción de las clases dominantes, sino que contiene una dinámica intrínseca y permanente de ampliación de la escala de producción que sobrepasa de lejos la reproducción simple [6]. Esta ampliación genera una demanda social creciente por el empleo de nuevos trabajadores y la reinversión en medios de producción y de consumo adicionales : “ Los límites del consumo son ampliados por la tensión del proceso de reproducción mismo ; por un lado, esa tensión aumenta el gasto del rédito por parte de los obreros y los capitalistas ; por otro, es idéntica a la tensión del consumo productivo” [7]. Esta reproducción ampliada se impone como una coacción para la supervivencia del sistema: todo capital dejado sin empleo se desvaloriza y es eliminado del mercado [8]. A partir de ahí, por su dinámica intrínseca de ampliación, el capitalismo genera la demanda social que crea la base del desarrollo de su propio mercado. Sin embargo, las contradicciones intrínsecas de esta ampliación engendran periódicamente crisis de sobreproducción que se manifiestan por una insuficiencia de la demanda solvente en relación con el desarrollo de la producción. Son estos mecanismos los que ahora vamos a examinar más en detalle.
1.1.2 Crisis de sobre-acumulación y penuria de ganancias
Esta dinámica de ampliación engendra ganancias de productividad que tienen por efecto disminuir el valor de las mercancías (y, por tanto, los precios) que entran en la reproducción ampliada : “Si la productividad de la industria se acrecienta, el precio de las mercancías particulares disminuye. (...) Tal es el fenómeno que resulta de la naturaleza del modo de producción capitalista : la productividad acrecentada del trabajo conlleva la baja del precio de la mercancía particular o de una cantidad dada de mercancías...” [9].
Estas ganancias de productividad contribuyen poderosamente a sostener la tasa de ganancia al alza : “...gracias a una productividad acrecentada, por tanto, paralelamente al aumento del número de máquinas a precio reducido, el precio de la mercancía disminuye, la tasa de ganancia puede permanecer igual... podría incluso crecer si el aumento de la tasa de plusvalía estuviese ligado a una disminución sensible del valor de los elementos del capital constante, especialmente del capital fijo [consecutivamente a las ganancias de productividad]” [10].
En efecto, no porque las empresas empleen un número cada vez más importante de máquinas se sobrecarga automáticamente en valor su composición orgánica pues, con las ganancias de productividad, el valor de estas máquinas disminuye [11] : “el desarrollo que acrecienta la masa del capital constante con relación al capital variable reduce, como consecuencia de la productividad acrecentada del trabajo, el valor de sus elementos (...) Incluso puede que, en ciertos casos, la masa de los elementos del capital aumente, aunque su valor permanezca constante o incluso disminuya ” [12].
En realidad, no hay sobrecarga en capital más que a partir del momento en que el beneficio resultante de las ganancias de productividad ya no llega a compensar el coste de las nuevas máquinas. De tendencial, la baja de la tasa de ganancia se convierte en efectiva cuando las ganancias de productividad ya no están a la medida de las inversiones consentidas para conseguirlas.
Esta baja de la tasa de ganancia acrecienta tanto más la competitividad, puesto que los capitalistas menos productivos son eliminados antes : “Es la baja de la tasa de ganancia la que suscita la competencia y no al revés” [13]. A pesar de la baja de la rentabilidad de las inversiones, esta competencia obliga a cada empresario a continuar invirtiendo para poder sobrevivir. Por eso la sobre-acumulación va siempre de par con la penuria de ganancias, son las dos caras de la misma moneda. De ahí provienen las crisis de sobreproducción por penuria de ganancias y sobre-acumulación, puesto que estos dos fenómenos engendran una caída efectiva de la tasa de ganancia y, por tanto, de inversiones, y después, de la actividad económica.
1.1.3 Una reproducción ampliada de carácter cíclico
Esta dinámica de ampliación en la reproducción del capital se materializa en una sucesión de ciclos más o menos decenales en que la sobrecarga periódica en capital fijo llega regularmente a inclinar la tasa de ganancia y a provocar las crisis : “A medida que el valor y la duración del capital fijo empleado se desarrollan con el modo de producción capitalista, la vida de la industria y del capital industrial se desarrolla en cada empresa particular y se prolonga durante un período, digamos diez años de media. (...)...este ciclo de rotaciones que se encadenan y se prolongan durante una serie de años, en que el capital está prisionero de su elemento fijo, constituye una de las bases materiales de las crisis periódicas” [14].
En cada una de estas crisis, quiebras y depreciaciones de capitales vuelven a crear las condiciones de una reactivación que amplía los mercados y el potencial productivo : “Las crisis no son nunca más que soluciones momentáneas y violentas que restablecen por un momento el equilibrio perdido (...) El estancamiento sobrevenido en la producción habría preparado –en los límites capitalistas- una expansión subsiguiente de la producción . De este modo se habría recorrido el ciclo una vez más. Una parte del capital depreciado por el estancamiento volvería a encontrar su antiguo valor. En resumen, se habría recorrido de nuevo el mismo círculo vicioso, en las condiciones de producción ampliadas, con un mercado ampliado y con un potencial productivo acrecentado ” [15].
Más de dos siglos de acumulación capitalista han sido ritmados por una pequeña treintena de ciclos y de crisis. Marx había identificado ya siete en vida suya, la IIIª Internacional dieciséis [16], y las organizaciones situadas a la izquierda de ésta han completado este cuadro durante el periodo de entreguerras [17]. En lo concerniente al período posterior a la Segunda Guerra mundial, el gráfico siguiente muestra una decena de ciclos al alza y a la baja de la tasa de ganancia, cada vez marcados por una crisis (recesión). Tales son las bases materiales y recurrentes de las crisis de sobreproducción por sobre-acumulación y penuria de ganancia.
Gráfico nº 1 : Estados unidos (1948-2007) : tasa de ganancia por trimestre y recesiones [18]
Tasa de ganancia y recesiones de los US 1948-2007 q3 (fuente NBER y BEA)
rate of profit = tasa de ganancia
Recessions = Recesiones
1.1.4 Crisis provenientes de una demanda insuficiente
“La esencia de la producción capitalista implica, pues, una producción que no tiene en cuenta los límites del mercado” [19], o, según la fórmula imaginada por Engels : “Mientras que las fuerzas productivas se acrecientan en progresión geométrica, la extensión de los mercados prosigue todo lo más en progresión aritmética” [20]. Hay muchas razones que pueden engendrar una contracción de la demanda final con relación a la producción, es decir, “una producción que no tiene en cuenta los límites del mercado”.
Como hemos visto, éste era el caso para las crisis de sobreproducción engendradas por la sobre-acumulación y la penuria de ganancia. En efecto, éstas desembocan en una restricción de la demanda final como consecuencia de la ralentización de la actividad económica : baja de las inversiones y, por tanto, de la acumulación como consecuencia de la penuria de ganancias, quiebra de las empresas que están demasiado por debajo de la tasa media de ganancia, etc.
Pero también es el caso para otras dos razones analizadas abundantemente por Marx : la compresión del consumo salarial y la desproporcionalidad entre las ramas productivas. Estos tres grandes factores de crisis (inversiones, salarios y desproporciones sectoriales), Marx las desarrolla en su presentación del cierre del circuito de la acumulación.
1.1.5 El circuito de la acumulación
El circuito de la acumulación es una obra en dos actos : el primero consiste en extraer el máximo de plustrabajo por medio de la producción de mercancías, y el segundo en vender éstas para transformar la plusvalía bajo forma material en ganancia monetaria que permita la reinversión.
En efecto, extraer un máximo de plustrabajo, cristalizado bajo forma material (la plusvalía) en una cantidad creciente de mercancías, constituye el fin de lo que Marx llama “el primer acto del proceso de producción capitalista”. Después, estas mercancías deben ser vendidas a fin de transformar esta plusvalía en ganancia bajo forma monetaria para poder ser invertida : es “el segundo acto del proceso”. Cada uno de estos dos actos contiene sus propias contradicciones y límites : aunque se influencian mutuamente, el acto primero es espoleado sobre todo por la tasa de ganancia, y el segundo es función de diversas tendencias que restringen los mercados [21].
Estos dos límites engendran periódicamente una demanda final que no está a la altura de la producción : “La sobreproducción tiene especialmente por condición la ley general de producción del capital : producir según la capacidad de las fuerzas productivas (es decir, según la posibilidad que se tiene de explotar la mayor masa posible de trabajo con una masa dada de capital) sin tener en cuenta los límites existentes del mercado o las necesidades solventes...” [22]. Esta insuficiencia de la demanda solvente generadora de crisis de sobreproducción proviene principalmente de los tres factores siguientes :
a) El consumo salarial : las capacidades de consumo de la sociedad son reducidas por las relaciones antagónicas de reparto del plustrabajo (lucha de clase) : “La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y el consumo restringido de las masas frente a la tendencia de la economía capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviesen por límite más que el poder de consumo absoluto de la sociedad” [23]. Una disminución de la parte salarial restringe la demanda final, lo que provoca una crisis de sobreproducción.
b) Las inversiones : en determinado momento, como consecuencia de la baja de la tasa de ganancia, la insuficiencia de plusvalía extraída con relación al capital empleado trae consigo un freno en las inversiones y los empleos de nuevas fuerzas de trabajo : “El límite del modo de producción se manifiesta en los hechos siguientes : 1º El desarrollo de la productividad del trabajo engendra, en la baja de la tasa de ganancia , una ley que, en determinado momento, se revuelve brutalmente contra este desarrollo y debe ser remontada constantemente por crisis ” [24]. Una restricción de la demanda productiva de los capitalistas participa, pues, en el surgimiento de crisis de sobreproducción.
c) La desproporcionalidad : no respetar las proporcionalidades entre las ramas de la producción da lugar a que la realización del producto total sea incompleta y participa en el surgimiento de crisis de sobreproducción [25].
Tales son las tres causas esenciales, puramente internas del capitalismo puro, que originan la restricción de la demanda final que hay en la base de las crisis de sobreproducción.
Como subraya Marx : “la conversión de la plusvalía en ganancia está determinada tanto por el proceso de circulación como por el proceso de producción ” [26]. En efecto, esta insuficiencia de la demanda solvente final se deriva tanto del proceso de producción mismo (el “primer acto” del proceso de reproducción ampliada), es decir, de una disminución de las inversiones de los capitalistas, como del proceso de circulación (el “segundo acto” del proceso de reproducción ampliada), es decir, de una disminución de la demanda salarial. Aunque ligadas en ciertos aspectos, estas dos determinaciones principales en el origen de las crisis de sobreproducción son fundamentalmente independientes.
1.1.6 Independencia y temporalidad propia de la producción y de la realización
Si el nivel y la baja recurrente de la tasa de ganancia influyen en la repartición del producto social, e inversamente, Marx empleará, no obstante, palabras muy fuertes para insistir en el hecho de que estas dos raíces de las crisis son fundamentalmente “independientes”, “no ligadas teóricamente”, “no son idénticas” [27]. ¿Por qué? Simplemente porque la producción de ganancia y los mercados son, en lo esencial, determinados de modo diferente. Por esta razón Marx rechaza categóricamente toda teoría monocausal de las crisis. Por tanto, es erróneo teóricamente hacer derivar estrictamente la importancia de los mercados de la evolución de la tasa de ganancia y viceversa.
De ello resulta que las temporalidades de estas dos raíces son forzosamente diferentes. La primera contradicción (la tasa de ganancia) hunde sus raíces en las necesidades de acrecentar el capital constante en detrimento del capital variable, por tanto, su ritmo está ligado esencialmente a los ciclos de rotación del capital fijo a corto (+/- decenal) y medio plazo (+/-25 a 30 años). La segunda contradicción (las “relaciones de distribución antagónicas” del producto social) tiene su ritmo determinado por la relación de fuerza entre las clases, que alcanza períodos más largos [28]. Si estas dos temporalidades se conjugan mutuamente (el proceso de acumulación influencia la relación de fuerza entre las clases e inversamente), fundamentalmente son “independientes”, “no idénticas”, “no ligadas teóricamente” , pues la lucha de clase no está ligada estrictamente a los ciclos decenales, ni éstos últimos a las relaciones entre las clases.
1.2 El capitalismo y su esfera externa
Esta dinámica de ampliación continua del capitalismo implica un carácter enteramente expansivo : “ Se necesita, pues, que el mercado se agrande incesantemente , de manera que sus conexiones internas y las condiciones que lo regulan tomen cada vez más el aspecto de leyes de la naturaleza independientes de los productores y escapen cada vez más a su control. Esta contradicción interna busca una solución en la extensión del campo externo de la producción . Pero cuanto más se desarrolla la fuerza productiva, tanto más entra en conflicto con la base estrecha sobre la que se fundan las relaciones de consumo ” [29]. Ahora bien, todas las dinámicas y límites del capitalismo despejados por Marx lo han sido sólo haciendo abstracción de sus relaciones con su esfera externa (no capitalista). Por tanto, ahora necesitamos comprender cuál es el lugar y la importancia de este entorno en el curso de su desarrollo. En efecto, el capitalismo ha nacido y se ha desarrollado en el marco de relaciones sociales feudales, después mercantiles, relaciones con las que no podía sino establecer importantes lazos para la obtención de los medios materiales necesarios a su acumulación (importación de metales preciosos, pillajes, etc.), como fuente de ganancia (apropiación de plustrabajo de los productores extra-capitalistas), para la salida de sus mercancías (ventas, comercio triangular, etc.), y como fuente accesoria de mano de obra.
Una vez aseguradas sus bases tras tres siglos de acumulación primitiva (1500-1825) [30], este entorno le ha proporcionado también toda una serie de oportunidades a lo largo de su fase ascendente (1825-1914) [31] como : fuente de ganancias [32], exutorio para la venta de sus mercancías de sobreproducción, y ayuda complementaria de mano de obra [33]. El conjunto de estas razones explica la arrebatiña colonial de 1880 a 1914 [34]. Sin embargo, la existencia de oportunidades de regulación externas para una parte de sus contradicciones internas no significa ni que serían las más eficaces para el desarrollo del capitalismo, ¡ni que este último estaría en la imposibilidad absoluta de extraer modos de regulaciones internas! En efecto, primero y ante todo es la extensión y la dominación del salariado sobre sus propias bases las que han permitido progresivamente al capitalismo dinamizar su crecimiento, y si las relaciones de diversa naturaleza entre el capitalismo y su esfera extra-capitalista le han ofrecido toda una serie de oportunidades, ¡la importancia de este medio y el balance global de los intercambios con él no dejaban de constituir un freno a su crecimiento [35]! Así, a medida de la extensión del salariado y de la desaparición del obstáculo a la acumulación constituido por los mercados extra-capitalistas, las tasas de crecimiento de la producción mundial por habitante no han hecho más que crecer [36]. El agotamiento de estas oportunidades de regulaciones externas de pocos resultados para el capitalismo ha abierto la vía a la búsqueda de regulaciones internas : el capitalismo de Estado keynesiano/fordista fue un ejemplo prototipo de ello (ver más abajo).
2. La fase de obsolescencia del capitalismo
2.1 La obsolescencia histórica del modo de producción capitalista y las bases de su superación
Sin embargo, este formidable dinamismo de extensión interna y externa del capitalismo no es eterno. Como todo modo de producción en la historia, el capitalismo conoce también una fase de obsolescencia en que sus relaciones sociales frenan el desarrollo de sus fuerzas productivas : “...el sistema capitalista se convierte en un obstáculo para la expansión de las fuerzas productivas del trabajo. Llegado a este punto, el capital, o más exactamente el trabajo asalariado , entra en la misma relación con el desarrollo de la riqueza social y de las fuerzas productivas que el sistema de las corporaciones, la servidumbre, la esclavitud, y es rechazado necesariamente como un obstáculo” [37]. Por tanto, es en el seno de las transformaciones y de la generalización de la relación social de producción asalariada donde hay que buscar el carácter históricamente limitado del modo de producción capitalista. Llegados a determinado estadio, la extensión del salariado y su dominación a través de la constitución del mercado mundial marcan el apogeo del capitalismo. En lugar de continuar erradicando poderosamente las antiguas relaciones sociales y desarrollando las fuerzas productivas, el carácter, obsoleto en adelante, de la relación salarial, tiene tendencia a fijar las primeras y frenar las segundas : continúa siendo incapaz de integrar en su seno a una buena parte de la humanidad, engendra crisis, guerras y catástrofes de amplitud creciente, y llega incluso a amenazar a la humanidad de desaparición.
2.1.1 La obsolescencia del capitalismo
La generalización progresiva del salariado no significa que se haya implantado en todas partes, lejos de eso, pero quiere decir que su dominación en el mundo agudiza todas las contradicciones del capitalismo, que se expresan entonces a plena potencia. La Primera Guerra mundial abre esta era de las crisis mayores a dominante internacional y salarial : a) el marco nacional se ha hecho demasiado estrecho para contener los asaltos de las contradicciones capitalistas; b) el mundo ya no ofrece bastantes oportunidades o amortiguadores que le permitan asegurar una regulación externa a sus contradicciones internas; c) a posteriori, el fracaso de la regulación instaurada durante los Treinta años gloriosos indica la incapacidad histórica del capitalismo para encontrar ajustes internos a largo plazo para sus propias contradicciones, que explotan entonces con una violencia cada vez más bárbara.
En la medida en que se convirtió en un conflicto planetario, no ya por la conquista, sino por el reparto de las esferas de influencia, de las zonas de inversiones y mercados, la primera guerra mundial marca definitivamente la entrada del modo de producción capitalista en su fase de obsolescencia. Los dos conflictos mundiales de intensidad creciente, la crisis de sobreproducción más grande de todos los tiempos (1929-1933), el formidable freno al crecimiento de las fuerzas productivas durante los Treinta años lastimosos (1914-45), la incapacidad del capitalismo para integrar en su seno a una buena parte de la humanidad, el desarrollo del militarismo y del capitalismo de Estado en todo el planeta, el crecimiento cada vez mayor de los gastos improductivos, así como la incapacidad histórica del capitalismo para estabilizar internamente una regulación de sus propias contradicciones, todos estos fenómenos materializan esa obsolescencia histórica de la relación social de producción asalariada que ya no tiene otra cosa que ofrecer a la humanidad más que una perspectiva de barbarie creciente.
2.1.2 ¿Hundimiento catastrófico, o visión materialista, histórica y dialéctica de la historia?
La obsolescencia del capitalismo no implica que esté condenado al hundimiento catastrófico. En efecto, no existen límites cuantitativos predefinidos en el seno de las fuerzas productivas del capitalismo (ya sea un porcentaje de tasa de ganancia, una cantidad dada de mercados extra-capitalistas, etc.) que puedan determinar un punto alfa que precipite al modo de producción capitalista a la muerte. Los límites de los modos de producción son, ante todo, sociales , producidos por sus contradicciones internas , y por la colisión entre estas relaciones que se han vuelto obsoletas y las fuerzas productivas. A partir de entonces, es el proletariado el que abolirá el capitalismo, y no este último el que morirá por sí mismo como consecuencia de sus límites ‘objetivos’.
Esta visión de un hundimiento catastrófico procede de un materialismo vulgar y mecanicista, así como de un finalismo teleológico que ya ha causado muchos estragos en el seno del movimiento obrero. Esta visión ha desarmado a buen número de militantes que basaban sus convicciones en un fin próximo del capitalismo, en lugar de apoyarlas en una comprensión materialista, histórica y dialéctica de la historia y de los cambios sociales. Cualquiera que sea la gravedad de las crisis que el capitalismo ha conocido en el pasado, y que conocerá todavía en el futuro, estas convulsiones económicas no legitiman en nada todas las previsiones recurrentes de fin ‘económico’ del mundo que, por lo demás, se han revelado sistemáticamente como vanas desde hace casi un siglo [38]. Sobre el trasfondo de crisis económica, el hundimiento real del capitalismo será político y social.
En efecto, durante su fase de obsolescencia, las mismas tendencias y dinámicas del capitalismo que se desprenden del análisis de Marx continúan ejerciéndose, pero se despliegan dentro de un contexto general que ha cambiado profundamente. Un contexto en el que todas sus contradicciones económicas, sociales y políticas desembocan inevitablemente en niveles cada vez más elevados, ya sea en conflictos sociales que plantean regularmente la cuestión de la revolución, ya sea en desgarramientos imperialistas que amenazan el futuro mismo de la humanidad. Dicho de otra manera, el mundo entero ha entrado de lleno en esa “era de guerras y revoluciones” que enunciaba la tercera internacional, o, como escribía Paul Mattick; “En el siglo XX, el capitalismo ya no es capaz de resistir las tempestades de las crisis cíclicas tradicionales” [39].
3. El intermedio de los Treinta años gloriosos
3.1 El capitalismo de Estado keynesiano-fordista en la base de los Treinta años gloriosos
Lejos de ese catastrofismo mesiánico, el marxismo reconoce la posibilidad de fenómenos de reactivación en el curso de la obsolescencia de un modo de producción. En efecto, ése fue ya el caso con la voluntad de reconstruir el imperio romano bajo Carlomagno, o de la constitución de las grandes monarquías del Antiguo Régimen. Una clase en las últimas intenta siempre prolongar la supervivencia de su sistema por todos los medios. Sin embargo, ¡no porque nos encontremos en un meandro hay que llegar a la conclusión de que el río corre del mar a la montaña.! Lo mismo ocurre con los Treinta años gloriosos : la burguesía ha podido insertar momentáneamente un intermedio de fuerte crecimiento en el curso general de su fase de obsolescencia.
En efecto, la gran depresión económica de 1929 en los Estados Unidos mostró toda la violencia con la que las contradicciones del capitalismo podían expresarse en una economía dominada por el salariado. Se habría podido esperar, pues, que fuese seguida por crisis económicas cada vez más cercanas y cada vez más violentas, pero no fue así. Es que la situación había evolucionado notablemente, tanto en los procesos productivos (fordismo) como en las relaciones de fuerza entre las clases (y en el interior de éstas). De igual modo, algunas lecciones habían sido sacadas por la burguesía. Así, a los Treinta años lastimosos y a las angustias bárbaras de la Segunda Guerra mundial sucedieron una buena treintena de años de fuerte crecimiento, una cuadruplicación de los salarios reales, el pleno empleo, el establecimiento de un salario social, y una capacidad del sistema, no para evitar, sino para reaccionar a las crisis cíclicas. ¿Cómo ha sido posible todo esto?
3.1.1 Las bases del capitalismo de Estado keynesiano-fordista
En adelante, en ausencia de posibilidades significativas de exutorios externos para sus contradicciones como antes de la primera guerra mundial, el capitalismo debe encontrar una solución interna a su doble coacción al nivel de ganancias y mercados. El alto nivel de la tasa de ganancia será posible por el desarrollo de fuertes ganancias de productividad del trabajo engendradas por la generalización del fordismo en el sector industrial, es decir, la cadena de montaje junto con el trabajo de tres turnos de ocho horas. Mientras que los mercados en los que colocar esta enorme masa de mercancías estarán garantizados por la ampliación de la producción, la intervención estatal, así como diversos sistemas para determinar los salarios a compás de la productividad. Esto permitirá que aumente la demanda paralelamente a la producción (ver gráfico nº 2 más abajo). Así, estabilizando la parte salarial en el total de la riqueza producida, el capitalismo ha podido evitar por un tiempo “una sobreproducción que proviene justamente del hecho de que la masa del pueblo no puede nunca consumir más que la cantidad media de los bienes de primera necesidad, que su consumo no aumenta, pues, al ritmo del aumento de la productividad del trabajo ” [40].
Es esta comprensión la que Paul Mattick y otros marxistas de la época retoman para analizar la prosperidad de posguerra : “Es innegable que en la época moderna los salarios reales han aumentado . Pero sólo en el marco de la expansión del capital, la cual supone que la relación de los salarios con las ganancias siga siendo constante en general. La productividad del trabajo debía elevarse entonces con una rapidez que permitiese a la vez acumular capital y acrecentar el nivel de vida de los obreros ” [41]. Tal es la mecánica económica mayor del capitalismo de Estado keynesiano-fordista : (a) ‘una elevación rápida de la productividad del trabajo’. (b) ‘que permita a la vez acumular capital y acrecentar el nivel de vida de los obreros’, (c) y esto gracias a la ‘relación constante entre los salarios y las ganancias’. Esta triple proposición está comprobada empíricamente por el paralelismo de evolución de los salarios y de la productividad durante este período :
Gráfico nº 2 : Salarios y productividad en los Estados Unidos [42]
Coût salarial horaire réel = Coste salarial real por hora
Productivité horaire = Productividad por hora
Secteur privé non agricole = Sector privado no agrícola
Source = Fuente : Bureau Of Labor Statistic (BLS)
Comentario del gráfico : El paralelismo entre el aumento de las ganancias de productividad y de los salarios reales es casi perfecto después de la Segunda Guerra mundial. El desfase se hace patente y creciente a partir de los años 1980. En el funcionamiento del capitalismo desde sus orígenes, es la tendencia a la separación entre las dos curvas la que constituye la regla , y el paralelismo durante los Treinta años gloriosos la excepción . En efecto, esta separación materializa la tendencia permanente del capitalismo a hacer crecer su producción (curva superior de la productividad) más allá del crecimiento de su demanda solvente, la más importante en lo sucesivo [43] : los salarios reales (curva inferior).
Teniendo en cuenta las dinámicas espontáneas del capitalismo (competencia, compresión de los salarios, etc.), tal sistema sólo era viable en el marco de un capitalismo de Estado que coacciona y que ha garantizado contractualmente el respeto a una política de tri-repartición de las ganancias de productividad entre las ganancias, los salarios y los ingresos del Estado. En efecto, una sociedad dominada en lo sucesivo por el salariado, impone de hecho una dimensión social en toda política llevada a cabo por la clase dominante. Esto supone la puesta en marcha de múltiples controles económicos y sociales de la clase obrera : salario social, creación de sindicatos, encuadramiento acrecentado de la clase obrera, amortiguadores sociales [44], etc. Este desarrollo sin precedentes del capitalismo de Estado está ahí para mantener las contradicciones, explosivas en lo sucesivo, del sistema en los límites del orden : predominio del ejecutivo sobre el legislativo, crecimiento significativo de la intervención del Estado en la economía (que alcanza casi la mitad del PNB en los países de la OCDE en los años 1990), control social de la clase obrera, etc.
Además, esta regulación momentánea de las contradicciones internas del capitalismo en el marco nacional no habría podido funcionar si no hubiese sido instaurada a escala internacional (en el marco de los países de la OCDE al menos). Esto se ha desarrollado en el contexto inter-imperialista característico de la obsolescencia del capitalismo, que se observa en una polarización extrema entre dos bloques antagónicos, tanto en el plano militar (OTAN <-> Pacto de Varsovia), como económico (OCDE <-> COMECON). Polarización que induce una disciplina muy severa en cada uno de ellos, incluso en el plano económico por la puesta en marcha de organismos y reglamentos comunes, pero bajo la dirección y en función de los intereses de cada cabeza de bloque (USA y URSS).
3.1.2 Origen, contradicciones y límites del capitalismo de Estado keynesiano-fordista
Después de la derrota de las tropas alemanas en Stalingrado (enero de 1943), los representantes políticos patronales y sindicales en el exilio en Londres discuten intensamente sobre la reorganización de la sociedad al día siguiente de una caída ya ineluctable de las fuerzas del Eje. El recuerdo de las angustias de los Treinta años lastimosos (1914-45), el miedo a los movimientos sociales al final de la guerra, las lecciones sacadas de la crisis de1929, la aceptación ya muy ampliamente compartida de la intervención estatal, y la nueva bipolarización del mundo, constituyen otros tantos elementos que empujan a todas las fracciones de la burguesía a modificar las reglas de juego y a elaborar más o menos conscientemente este capitalismo de Estado keynesiano-fordista que será pragmática y progresivamente implantado en todos los países desarrollados (OCDE). El reparto de las ganancias de productividad es tanto más fácilmente aceptado por todos, (a) cuanto que esas ganancias son elevadas, (b) que ese reparto garantiza la ampliación de la demanda solvente paralelamente a la producción, (c) que ofrece una paz social, (d) paz social tanto más fácil de obtener cuanto que el proletariado sale en realidad aún más derrotado de la Segunda Guerra mundial de lo que había entrado, pues está enrolado tras los partidos y sindicatos partidarios de la reconstrucción en el marco del sistema, (e)y que este reparto garantiza también la rentabilidad a largo plazo de las inversiones, (f) así como una tasa de ganancia estabilizada en un alto nivel.
Este sistema ha podido, pues, resolver momentáneamente la cuadratura del círculo consistente en hacer crecer la producción de ganancia y los mercados en paralelo en un mundo dominado ampliamente, en lo sucesivo, por la demanda salarial. El crecimiento asegurado de ganancias, gastos del Estado y salarios reales ha podido garantizar la demanda final tan indispensable para el éxito del cierre del circuito de la acumulación capitalista. El capitalismo de Estado keynesiano-fordista es la respuesta que el sistema ha podido encontrar temporalmente a la actualidad de sus crisis a dominante mundial y salarial tan típicas de la fase histórica de obsolescencia del capitalismo. Ha permitido un funcionamiento auto-centrado del capitalismo, sin necesidad de deslocalizaciones, a pesar de los altos salarios y el pleno empleo, desembarazándose de colonias que se convertían más en una carga que en un beneficio para las metrópolis [45], así como eliminando sus esferas extra-capitalistas agrícolas internas, cuya actividad deberá subvencionar en adelante en lo esencial más bien que sacar ventaja de ella como antes [La esfera extra-capitalista corresponde a actividades mercantiles no-salariales, como la actividad agrícola independiente, los artesanos, las profesiones liberales, etc. Después de la segunda guerra mundial, Europa va a reestructurar su sector agrícola, pero subvencionándolo masivamente. La modernización de este sector supone, pues, un coste y no un beneficio como fue el caso en el transcurso de los siglos precedentes].
Desde el final de los años 60 hasta 1982, todas las condiciones que han fabricado el éxito del capitalismo de Estado keynesiano-fordista van a degradarse, comenzando por las ganancias de productividad, que decaen progresivamente. Éstas son divididas globalmente entre tres y arrastran a todas las otras variables económicas a la baja. Es, pues, ciertamente el descenso de la tasa de ganancia lo que indica el retorno a las dificultades económicas, como muestran claramente los gráficos nº 1 y nº 4. A comienzos de los años 1980 se ha hecho necesaria la desregulación de partes significativas del capitalismo de Estado keynesiano-fordista para restablecer la tasa de ganancia. Sin embargo, teniendo en cuenta la debilidad estructural de las ganancias de productividad, que permanecen en un nivel muy bajo, este restablecimiento sólo ha podido hacerse por abajo, comprimiendo la parte salarial (ver gráfico nº 3) [La disminución de las ganancias de productividad desde finales de los años 1960 no es coyuntural sino estructural. Dicho de otro modo, muy difícilmente podrán volver a subir. En efecto, sólo han menguado desde hace una cuarentena de años]. La regulación interna encontrada temporalmente con la instauración del capitalismo de Estado keynesiano-fordista no tenía, pues, una base eterna.
3.1.3 El fin de los Treinta años gloriosos
El agotamiento de la prosperidad de posguerra y la degradación del clima económico durante todos los años 1969-82 son fundamentalmente producto de un retorno a la baja de la tasa de ganancia [46], mientras que el consumo es sostenido todavía por el mantenimiento de los mecanismos de ajustamiento de los salarios a la variación de precios, y de apoyo a la demanda [47]. En efecto, las ganancias de productividad decaían desde el final de los años 60 [48], lo que conlleva una tasa de ganancia que cae la mitad hasta1982 (ver gráfico nº 4).
3.1.4 El paso al capitalismo de Estado desregulado
Hay fundamentalmente dos medios esenciales para restablecer la tasa de ganancia : aumentando las ganancias de productividad y/o la tasa de explotación. Como las primeras estaban en caída libre, el restablecimiento de la tasa de ganancia pasará esencialmente por un aumento de la tasa de plusvalía (compresiones salariales y aumento de la explotación). Esto implica una inevitable desregulación de los mecanismos-llave que aseguraron el crecimiento de la demanda final durante los Treinta años gloriosos (ver más arriba). Este abandono comienza a principios de los años 1980 y queda ilustrado especialmente por la disminución constante de la parte de los salarios en el total de la riqueza producida :
Gráfico nº 3 : Evolución de la parte salarial en el total de la riqueza producida : G7, Europa, Francia [49]
Globalmente, pues, durante los años 70, es la contradicción “tasa de ganancia” la que pesa sobre el funcionamiento del capitalismo, mientras que la demanda final sigue estando asegurada. Será exactamente al revés después de 1982 : la tasa de ganancia es restablecida espectacularmente, pero al precio de una compresión drástica del crecimiento de la demanda final (de los mercados) : esencialmente de la masa salarial (ver gráfico nº 3), pero también de las inversiones (en una medida menor), puesto que la tasa de acumulación ha permanecido en un nivel bajo (ver gráfico nº 4).
A partir de ahí, ahora podemos comprender por qué prosigue la degradación económica, y eso a pesar de una tasa de ganancia restablecida : es la compresión de la demanda final (salarios e inversiones) la que explica que, a pesar de un restablecimiento espectacular de la rentabilidad de las empresas, la acumulación y el crecimiento no pueden despegar de nuevo [50]. Esta reducción drástica de la demanda final engendra una atonía de las inversiones de expansión, la prosecución de racionalizaciones por rescates y fusiones de empresas, una colocación de capitales y haberes sin empleo en la especulación financiera, una deslocalización a la búsqueda de mano de obra barata, un crecimiento del consumo improductivo... lo que deprime aún más la demanda final [51].
En cuanto al restablecimiento de esta última, apenas es posible en las condiciones presentes ¡puesto que es de su baja de la que depende el crecimiento de la tasa de ganancia [52]! Después de 1982, en un contexto de rentabilidad reencontrada de las empresas, es el factor ‘restricción de los mercados solventes’ el que juega el papel principal a medio plazo para explicar el mantenimiento de una atonía de la acumulación y del crecimiento, incluso si las fluctuaciones de la tasa de ganancia pueden aún jugar un papel mayor a corto plazo en el desencadenamiento de recesiones, como ilustran muy bien los gráficos nº 1 y nº 4 :
Gráfico nº 4 : Ganancia, acumulación y crecimiento económico en la Tríada (USA, Europa y Japón) : 1961-2006 [53]
El período que va de la segunda guerra mundial a hoy constituye, pues, un buen ejemplo que confirma el cuadro marxista de análisis de las crisis de sobreproducción tal como lo hemos recordado más arriba. En particular, permite invalidar todas las teorías monocausales de las crisis : la de sólo por la baja de la tasa de ganancia, que es incapaz de explicar por qué la acumulación y el crecimiento no vuelven a despegar –mientras que esta tasa no hace más que remontar desde hace más de un cuarto de siglo-, pero también la de por la saturación de la demanda solvente, a la que le cuesta mucho explicar esta remontada de la tasa de ganancia puesto que, según esta teoría, ¡los mercados globalmente saturados deberían traducirse en una tasa de ganancia igual a cero!
4. Los orígenes de la crisis actual
4.1 Los límites del capitalismo de Estado desregulado
Sin embargo, la exigencia que había hecho necesaria la puesta en marcha del capitalismo de Estado keynesiano-fordista (1945-1982) sigue estando presente : el salariado es preponderante en la población activa, por tanto, el capitalismo debe imperativamente encontrar un medio de estabilizar la demanda final para evitar que su compresión se transforme en depresión. En efecto, al estar también limitadas las inversiones de las empresas como consecuencia de la baja drástica de la parte salarial (puesto que no se ven incitadas a efectuar inversiones de ampliación), hay que encontrar entonces otros medios de asegurar el consumo. La respuesta durante toda la fase del capitalismo de Estado desregulado (1982-2008) se atiene a la fórmula : cada vez menos ahorro, cada vez más deudas. La baja de la tasa de ahorro de las familias acrecienta el consumo sin soltar un cuarto; en cuanto a la subida de la tasa de endeudamiento, aumenta los gastos de estas últimas sin pasar por las subidas de salarios reales. Estamos, pues, en presencia de una formidable máquina de fabricar burbujas financieras y de alimentar la especulación. La agravación constante de los desequilibrios no es, por tanto, resultado de errores en la conducta de la política económica : forma parte integrante del modelo.
El gran crac económico de 2008 firma el fracaso de este capitalismo de Estado desregulado. No más este último que el capitalismo de Estado keynesiano-fordista han podido aportar soluciones duraderas a las contradicciones intrínsecas de la acumulación capitalista. En efecto, si la importante baja de la parte salarial después de 1982 ha permitido restablecer la tasa de ganancia, no ha podido relanzar la tasa de acumulación a causa precisamente de esta compresión de la demanda final (gráfico nº 3 y 4). Esto ha tenido como consecuencias mayores, por un lado, desarrollar una financiarización de la economía sobre la base de estas masas de capitales (alza de la tasa de ganancia) ya disponibles (puesto que la tasa de acumulación no se ha reactivado) y, por otro, impulsar una demanda final por el crédito, la disminución del ahorro, los déficits presupuestarios y la reactivación de los gastos militares (sobre todo en los Estados Unidos por estos tres últimos factores). Restableciendo espectacularmente la tasa de ganancia por la compresión de la parte salarial, el capitalismo no ha hecho más que diferir los plazos. En efecto, no ha podido resolver de modo duradero el problema del cierre del circuito de la acumulación y ha creado un monstruo que lo hace cada vez más inestable : la financiarización de la economía.
Mientras que las tasas de ganancia y de acumulación evolucionaban paralelamente hasta comienzos de los años 1980, su divergencia ulterior mide el aumento de esa fracción no acumulada de la plusvalía que engendra una masa enorme de capitales flotantes (gráfico nº 4). Es esta separación la que alimenta la financiarización de la economía y las burbujas especulativas repetitivas. Esta configuración plantea un enorme problema de realización : si la parte de los salarios baja y si la inversión se estanca, ¿quién va a comprar la producción? Para esta pregunta sólo hay una respuesta posible : el consumo de ingresos no salariales debe compensar la baja del consumo salarial. Y esto es precisamente lo que se ha desarrollado masivamente desde 1982, como muestra el gráfico nº 5 :
Gráfico nº 5 : Parte de los salarios y del consumo privado en el PIB (Unión europea) [54]
La divergencia que se ha instaurado entre las tasas de ganancia y de acumulación desde 1982 (gráfico nº 4) está compensada por la separación que se abre entre la parte salarial y el consumo final (gráfico nº 5). La banca es la que sirve para realizar esta compensación de tres maneras : (1) la parte no acumulada de la plusvalía es distribuida a los poseedores de ingresos financieros (rentistas) que la consumen esencialmente de modo improductivo, (2) esta parte sirve también a la banca para desarrollar el endeudamiento de las familias, cuyo consumo aumenta (no en razón de una progresión de los salarios, sino gracias al aumento de sus ingresos patrimoniales y a la baja de su tasa de ahorro), (3) esta parte es también reciclada a través del desarrollo de remuneraciones bajo forma financiera para una fracción del salariado.
[Si hay abundancia de ganancias que no son reinvertidas en la producción desde 1982, sino que son colocadas en las instituciones financieras, ¿cómo es que éstas han quebrado y los distintos gobiernos han debido darles enormes cantidades de dinero?
Sabemos que únicamente el trabajo es creador de valor. Partiendo de ahí, normalmente los bancos (el sector financiero en general) invierten sus depósitos en el sector productivo, el sector creador de valor. Esta inversión les reporta una parte de la plusvalía creada en el sector productivo (la tasa de interés del dinero prestado). Así era antes de los años 1980. Después de 1982, la tasa de ganancia de las empresas vuelve a subir y son nuevamente rentables, pero no invierten su ganancia pues los mercados están comprimidos (consecuencia de la disminución drástica de la parte salarial). Todas estas ganancias afluyen entonces a los bancos, pero éstos ya no tienen la ocasión de prestar estos capitales en el sector productivo como antes puesto que las empresas reinvierten mucho menos que antes. ¿Qué hacen entonces los bancos con todo este dinero?
a) Como los salarios están comprimidos, la demanda de créditos para el consumo es grande, pero los que los piden son cada vez menos solventes (cada vez pueden reembolsar menos). Dicho de otra manera, los bancos conceden créditos a personas que cada vez pueden reembolsar menos (era el caso típico de las subprime, es decir, de los créditos para viviendas en los Estados Unidos). En una palabra, los Estados han debido cubrir las deficiencias de los créditos de los bancos. Los bancos estaban amenazados de quiebra pues habían prestado a personas que no podían reembolsar. El Estado ha acudido en su socorro para llenar las cajas de los bancos.
b) Como los bancos ya no tienen la ocasión de reinvertir sus depósitos en inversiones productivas como antes, han invertido sus depósitos (provenientes de la abundancia de ganancias obtenida por las empresas, pero ganancias resultantes esencialmente de una compresión de los salarios) en actividades cada vez más especulativas y arriesgadas. Los bancos han empeñado, pues, su fondo en actividades cada vez más arriesgadas y que no creaban nuevos valores reales =>Los Estados han debido enjugar los déficits de los bancos.
Todo esto desemboca en un endeudamiento colosal de la economía, un endeudamiento histórico sin precedentes : gráfico nº 6 : Estados Unidos 1870-2008, aumento de la deuda total a partir de 1982.]
Gráfico nº 6 : Deuda total de Estados Unidos en porcentaje del PIB (1870-2008) [55]
La banca no es, pues, para nada un parásito en un cuerpo sano, ella se nutre de esta parte creciente de ganancias no invertidas desde 1982. Sin embargo, esta no-inversión no resulta de una baja de la tasa de ganancia o de una insuficiencia de plusvalía, como piensan equivocadamente los defensores de la teoría monocausal de las crisis por la baja de la tasa de ganancia, resulta de una sobreproducción de capitales consecutiva a la fuerte compresión de la demanda salarial. Por lo cual, no hay ‘buen’ capitalismo productivo que sería parasitado por un ‘mal’ capitalismo financiero, como profesan muchos críticos de todo pelaje y como lo desarrollaba Lenin a continuación de Hilferding en El imperialismo, fase superior del capitalismo. La banca no es un tumor que bastaría eliminar o regular para volver a un funcionamiento ‘normal’ del capitalismo. Por el contrario, el capitalismo contemporáneo es un ‘puro capitalismo’ en el que la banca es un medio de su funcionamiento con vistas a extraer un máximo de ganancia por la explotación de la clase obrera. Pero hoy el rey (el capitalismo) está desnudo (ya no puede ocultar sus contradicciones): el capitalismo prefiere no responder a las necesidades sociales insuficientemente rentables antes que correr el riesgo de ver bajar su tasa de ganancia.
En efecto, esta propensión del capitalismo a invertir una proporción menor de sus ganancias pone en tela de juicio los resortes esenciales de este modo de producción, pues el origen de esta crisis es, en el fondo, la separación creciente que hay entre las necesidades sociales de la humanidad y los criterios propios del capitalismo. La demanda social se dirige progresivamente hacia mercancías que no son susceptibles de ser producidas con el máximo de rentabilidad. A partir de ahí, las ganancias de productividad autorizadas por las nuevas tecnologías y la innovación conducen a una oferta (competitiva) que es cada vez menos adecuada para esta demanda social y que, por esto, no aparece suficientemente como generadora de rentabilidad. En efecto, teniendo en cuenta el deslizamiento progresivo de las necesidades de la población hacia bienes terciarios (servicios) y sociales de productividad más baja, al capitalismo le cuesta cada vez más conciliar la satisfacción de la demanda con sus propios criterios de rentabilidad. Esto no implica que el capitalismo va a hundirse solo, sino que no puede perdurar más que bajo formas cada vez más regresivas.
5. Conclusión : ¿y mañana?
Este descenso a los infiernos está tanto más inscrito en la situación presente cuanto que las condiciones para un restablecimiento de las ganancias de productividad y una vuelta a su tri-repartición no están socialmente presentes. Nada tangible en las condiciones económicas, en el estado actual de las relaciones entre las fuerzas sociales y de la competencia a escala internacional deja entrever una posible salida cualquiera : Todo concurre al hundimiento en una larga y profunda recesión y a una austeridad drástica. Se trata, pues, de fecundar las alternativas que surgirán inevitablemente de esta profundización de las contradicciones del capitalismo.
C. Mcl
Traducido por EM
[1] La enciclopedia Wikipedia servirá como primera ayuda : http://fr.wikipedia.org/wiki/Accueil. Aunque no compartimos algunos de sus análisis y posiciones, aconsejamos vivamente leer las obras siguientes para un dominio riguroso de los conceptos marxistas en economía política (a dos de ellas se puede acceder libremente en la Web) :
a) J. Gouverneur, Les fondements de l’économie capitaliste (Los fundamentos de la economía capitalista), Contradictions, 2005, http://www.i6doc.com/fr/auteur/?fa=ShowAuthor&Person_ID=10831.
b) Michel Husson : Misère du capital (Miseria del capital), 1996, Syros, http://hussonet.free.fr/mdk.pdf.
c) Gérard Duménil & Dominique Levi, Crise et sortie de crise (Crisis y salida de crisis), 2000, PUF
d) http://www.capitalism-and-crisis.info/es/Bienvenido/Nuevo
e) http://hussonet.free.fr/
[2] Citemos : la anarquía de la producción, la baja tendencial de la tasa de ganancia, la desproporción entre los dos grandes sectores de la economía (los bienes de consumo y de producción), las contradicciones entre el ‘el capital de préstamo’ y el ‘capital productivo’, la insuficiencia de la demanda solvente derivada de las leyes de repartición del producto total entre el capital y el trabajo, las disyunciones entre la compra y la venta consecutivas al atesoramiento, etc.
[3] Marx, Historia de las doctrinas económicas, traducción por J. Molitor, tomo V, Ricardo, IV Las crisis, e) Aumento de la producción y extensión del mercado, p. 91. Esta obra es más conocida bajo el título de Teorías de la plusvalía.
[4] Dicho de otro modo, transformar el plustrabajo cristalizado bajo forma material en ganancia amonedable en el mercado.
[5] “Al estudiar el proceso de producción, hemos visto que toda la tendencia, todo el esfuerzo de la producción capitalista consiste en acaparar el máximo de plustrabajo...”, Marx, Teorías de la plusvalía, XVIIº capítulo, Teorías de la acumulación de Ricardo, § 12, Contradicción entre la producción y el consumo en las condiciones del capitalismo, Éditions Sociales, tomo II : 621.
[6] “...volver a transformar incesantemente en capital la parte más grande posible de la plusvalía o del producto neto! Acumular por acumular, producir por producir, tal es la consigna de la economía política proclamando la misión histórica del período burgués. (...) Ciertamente producir, producir cada vez más, tal es nuestra consigna...”, Marx, El Capital, Libro I, cap. XXIV, La transformación de la plusvalía en capital, § III, La división de la plusvalía en capital y en rédito, Éditions Sociales, tomo III : 36.
[7] Marx, El Capital, libro III, 5ª sección, Escisión de la ganancia en interés y ganancia empresarial, cap. XXX, Capital dinerario y capital real, Éditions Sociales, tomo III : 36.
[8] Tal es el motor de “...la tendencia a la acumulación, la tendencia a ampliar el capital y a producir plusvalía en una escala ampliada. Ésa es, para la producción capitalista, una ley, impuesta por los constantes trastornos de los métodos de producción mismos, por la depreciación del capital existente que estos trastornos acarrean siempre, la lucha general de la competencia y la necesidad de perfeccionar la producción y extender su escala, simplemente para mantenerse y bajo pena de desaparecer”, Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258.
[9] Marx, El Capital, tercera sección, Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, capítulo IX, Definición de la ley, La Pléiade – Économie II : 1012-1013.
[10] Marx, El Capital, tercera sección, Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, capítulo IX, Definición de la ley, La Pléiade – Économie II : 1013.
[11] Al reducir el tiempo empleado para producir una mercancía, la ganancia de productividad disminuye su valor. Esta disminución concierne tanto al sector del consumo –lo que permite disminuir el peso relativo de la masa salarial- como al de la producción –lo que permite aligerar la composición orgánica del capital-. Estos dos factores se conjugan positivamente para sostener la tasa de ganancia al alza.
[12] Marx, El Capital, tercera sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, capítulo X, Influencias contrarias, La Pléiade – Économie II : 1019.
[13] Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 269.
[14] Marx, El Capital, Libro II, 2ª sección, La rotación del capital, cap. IX, La rotación total del capital adelantado. Los ciclos de rotación, La Pléiade II : 614.
[15] Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 2, Conflicto entre la extensión de la producción y la valorización y § 3, Excedente de capital acompañado de una población excedentaria, La Pléiade II : 1031 & 1037.
[16] “La alternancia de crisis y períodos de desarrollo, con todos sus estadios intermedios, forma un ciclo o un gran círculo del desarrollo industrial. Cada ciclo abarca un período de 8, 9, 10, 11 años. Si estudiamos los 138 últimos años, advertiremos que a este período corresponden 16 ciclos. A cada ciclo corresponde, por consiguiente, poco menos de 9 años” (Trotsky, “Informe sobre la crisis económica mundial y las nuevas tareas de la Internacional Comunista” : 3er congreso).
[17] “...recomenzar un ciclo para producir nueva plusvalía sigue siendo el objetivo supremo del capitalismo (...) esta periodicidad casi matemática de las crisis constituye uno de los rasgos específicos del sistema capitalista de producción” (Mitchell, Bilan nº 10 : “Crisis y ciclos en el capitalismo agonizante”).
[18] Las nueve recesiones que marcan la decena de ciclos se identifican en el gráfico nº 1 por los grupos de líneas que se extienden hasta arriba : 1949, 1954, 1958, 1960, 1970-71, 1974, 1980-81, 1991, 2001.
[19] Marx, Teorías de la plusvalía, XVIIº capítulo, Teorías de la acumulación de Ricardo, § 12, Contradicción entre la producción y el consumo en las condiciones del capitalismo, Éditions Sociales, tomo II : 1802.
[20] Engels, prefacio a la edición inglesa (1886) del libro I del Capital, La Pléiade, Économie II : 1802.
[21] Marx analiza estos dos actos así : “Desde el momento en que la cantidad de plustrabajo que se puede sacar del obrero está materializada en mercancías, la plusvalía está producida. Pero con esta producción de la plusvalía es sólo el primer acto del proceso de producción capitalista, del proceso de producción inmediato, el que está acabado. El capital ha absorbido una cantidad determinada de trabajo no pagado. A medida que se desarrolla el proceso que se traduce en la baja de la tasa de ganancia, la masa de plusvalía así producida se infla desmesuradamente. Entonces se abre el segundo acto del proceso. La masa total de las mercancías, el producto total, tanto la porción que reemplaza al capital constante y al capital variable como la que representa la plusvalía, deben ser vendidas. Si esta venta no tiene lugar o sólo es parcial, o si tiene lugar solamente a precios inferiores a los precios de producción, el obrero es ciertamente explotado, pero el capitalista no realiza su explotación como tal : Esta explotación puede aliarse, para el capitalista, a una realización sólo parcial de la plusvalía arrancada o a la ausencia de toda realización e incluso ir a la par de la pérdida de una parte o de la totalidad de su capital”, Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258.
[22] Marx, Teorías de la plusvalía, Decimoséptimo capítulo, Teoría de la acumulación de Ricardo, § 14, Contradicción entre el desarrollo irresistible de las fuerzas productivas y la limitación del consumo en tanto que base de la sobreproducción, Éditions Sociales, tomo II : 637.
[23] Marx, El Capital, Libro III, cap. XXX, Capital dinerario y capital real, La Pléiade, Économie II :1206. Este análisis elaborado por Marx no tiene, por supuesto, nada que ver estrictamente con la teoría sub-consumista de las crisis que, por otro lado, él critica : “...se pretende que la clase obrera recibe una parte demasiado pequeña de su propio producto y que se podría remediar este mal concediéndole una parte más grande de este producto, por tanto, salarios más elevados. Pero basta recordar que las crisis son preparadas cada vez precisamente por un período de alza general de los salarios, cuando la clase obrera consigue efectivamente una parte más grande de la fracción del producto anual destinado al consumo”, Marx, El Capital, Libro II, cap. XX, La reproducción simple, § IV, Los intercambios en el interior de la sección II, La Pléiade, Économie II : 781.
[24] Marx, El Capital, libro III,3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 3, Excedente de capital acompañado de una población excedentaria, La Pléiade II :1041. Marx expresa esta idea en otros muchos pasajes, de los cuales he aquí un ejemplo : “Sobreproducción de capital no significa nunca más que sobreproducción de medios de producción... una baja del grado de explotación por debajo de cierto punto provoca, en efecto, perturbaciones y paros en el proceso de producción capitalista, crisis, incluso la destrucción de capital”, Marx, El Capital, libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 3, Excedente de capital acompañado de una población excedentaria, La Pléiade II : 1038.
[25] Cada uno de estos tres factores, [a)], [b)] y [c)], han sido identificados de esta manera en la cita siguiente de Marx : “Las condiciones de la explotación inmediata y las de su realización no son idénticas. No difieren solamente por el tiempo y el lugar, tampoco están ligadas teóricamente. Unas sólo tienen por límite la fuerza productiva de la sociedad, las otras [c)] las proporciones respectivas de las diversas ramas de producción y [a)] la capacidad de consumo de la sociedad. Ahora bien, ésta no está determinada ni por la fuerza productiva absoluta, ni por la capacidad absoluta de consumo, sino por la capacidad de consumo sobre la base de relaciones de distribución antagónicas, que reduce el consumo de la gran masa de la sociedad a un mínimo susceptible de variar solamente en el interior de límites más o menos estrechos. [b)] Además está limitada por la tendencia a la acumulación, la tendencia a hacer más grande el capital y a producir plusvalía en una escala ampliada”, Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258.
[26] El Capital, libro III, La Pléiade : 964.
[27] “En efecto, al ser el mercado y la producción factores independientes, la extensión de uno no corresponde forzosamente al acrecentamiento del otro”, Marx, Grundrisse, La Pléiade, Économie II : 489. O también : “Las condiciones de la explotación inmediata y las de su realización no son idénticas. No sólo difieren por el tiempo y el lugar, tampoco están ligadas teóricamente”, Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258.
[28] Como, por ejemplo, la larga fase de alza progresiva de los salarios reales en la segunda mitad de la fase ascendente del capitalismo (1870-1914), durante los ‘Treinta años gloriosos’ (1945-82), o sus bajas relativas –e incluso absolutas- desde entonces (1982-2009).
[29] Marx, El Capital, Libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap, XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258. Esto no es distinto de lo que enunciaba ya en El Manifiesto : “Empujada por la necesidad de mercados cada vez más grandes para sus productos, la burguesía invade toda la superficie del globo. En todas partes debe incrustarse, en todas partes debe construir, en todas partes establece relaciones (...) El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derriba todas las murallas de China... Obliga a todas naciones, bajo pena de correr a su perdición, a adoptar el modo de producción burgués; las obliga a importar lo que se llama la civilización, dicho de otro modo : hace de ellas naciones de burgueses. En una palabra, crea un mundo a su imagen. La burguesía ha sometido al campo a la dominación de la ciudad” (La Pléiade, Économie I : 165).
[30] “...la era capitalista no data más que del siglo XVI. (...) La revolución que iba a echar los primeros cimientos del régimen capitalista tuvo su preludio en el último tercio del siglo XV y a comienzos del XVI” (Marx, La Pléiade I : 1170, 1173); “...no es sino con la crisis de 1825 cuando se abre el ciclo periódico de su vida moderna” (Marx, Nota final a la segunda edición alemana del Capital, La Pléiade I : 553).
[31] No hay mecanismos unívocos y atemporales que determinen las relaciones entre el capitalismo y su esfera externa (como la búsqueda de superganancias o la conquista de mercados extra-capitalistas). Cada régimen de acumulación que acompasa el desarrollo histórico del capitalismo engendra relaciones específicas con su esfera externa : del mercantilismo de los países de la península ibérica al capitalismo auto-centrado durante los Treinta años gloriosos, pasando por el colonialismo de la Inglaterra victoriana, no existen relaciones uniformes entre el corazón y la periferia del capitalismo, sino una mezcla sucesiva de relaciones que, todas, encuentran sus resortes específicos en estas diferentes necesidades internas de la acumulación del capital.
[32] Por (a) la exportación de capitales; (b) la obtención de superganancias; (c) y una “superganancia por estafa”, como la llamaba Marx : “La ganancia puede ser obtenida igualmente por estafa en la medida en que uno gana lo que el otro pierde. La pérdida y la ganancia en el interior de un país se igualan. No ocurre lo mismo entre varios países. ...tres jornadas de trabajo de un país pueden intercambiarse por una jornada de otro país. La ley del valor sufre aquí modificaciones esenciales. O bien, de la misma manera que en el interior de un país, trabajo cualificado, trabajo complejo, se compara a trabajo no cualificado, simple, de la misma manera las jornadas de trabajo de diferentes países pueden compararse mutuamente. En este caso, el país rico explota al país pobre, incluso si este último gana en el intercambio...” (Marx, Theorien über den Mehrwert, vol. III :279-280). O también : “Se puede tener la misma situación ante el país al que se expide y del que se reciben mercancías; suministrando éste más trabajo materializado in natura del que recibe y obteniendo, a pesar de todo, la mercancía a mejor precio del que él podría producirla. De la misma manera que el fabricante que, utilizando una invención nueva antes de su generalización, vende más barato que sus competidores y, sin embargo, por encima del valor individual de su mercancía, es decir, valoriza, como plustrabajo, la productividad específicamente superior del trabajo que emplea. De esta manera realiza una superganancia” (Marx, El Capital, libro III, Éditions Sociales, tomo IV : 250).
[33] En efecto, los estudios de historia económica (J.M. Chevet, 1996, y M. Overton, 1998) han mostrado que, desde la fase ascendente del capitalismo, la renovación de la clase obrera fue menos producto del éxodo rural (como pensaba Rosa Luxemburgo) que de su reproducción natural (como lo explicó Marx en El Capital). ¡Se comprueba incluso que éste fue el caso ya antes! En efecto, si estos mismos estudios han confirmado el análisis de Marx acerca del papel de los enclosures (fenómeno de apropiación privada de la tierra) en el proceso de revolución agrícola previa a la revolución industrial en Gran Bretaña, han mostrado, no obstante, que fue menos como fuente de mano de obra que como base para el acrecentamiento de la productividad agrícola : ésta será doble entre 1700 y 1850 en Inglaterra, permitiendo de este modo una triplicación de la población en el mismo período, mientras que ésta solo se había duplicado durante los dos siglos anteriores (1500-1700). En otras palabras, el desarrollo de la clase obrera, y la constitución de un “ejército industrial de reserva” (Marx), eran fenómenos que debían su dinamismo a un proceso endógeno muy precoz (como pensaba Marx), más que como resultado de una fuente externa como consecuencia de la destrucción/integración de los mercados extra-capitalistas (como pensaba Rosa Luxemburgo). Así, los dos historiadores de la economía muestran que el crecimiento del proletariado y del ejército industrial de reserva “es más el resultado del crecimiento de la población que de una disminución del volumen de empleo ocasionado por un alza de productividad y la concentración de las explotaciones agrícolas”. Dicho de otro modo, la revolución agrícola permitió un crecimiento natural de la población mucho más intenso que antes y es éste el que está fundamentalmente en la base de la ampliación del proletariado, relegando como complemento el fenómeno de vertimiento y de proletarización de los campesinos como consecuencia de la destrucción de los mercados extra-capitalistas.
[34] Aquí es necesario distinguir claramente dos nociones confundidas con demasiada frecuencia : las relaciones que el capitalismo mantiene con su medio externo, por un lado, y el colonialismo y/o el imperialismo, por otro. Estos últimos constituyen una de las formas que estas relaciones pueden tomar, pero están lejos de ser las únicas. Así, el imperialismo puede manifestarse en muchos otros dominios que en el marco de estas relaciones del capitalismo con su medio externo.
[35] En el siglo XIX, cuando los mercados coloniales intervienen más, TODOS los países capitalistas NO-coloniales han conocido crecimientos netamente más rápidos que las potencias coloniales (71% más rápido de media). Esta constatación es válida realmente para toda la historia del capitalismo : “comparando las tasas de crecimiento durante el siglo XIX, se observa que como regla general los países no coloniales han conocido un desarrollo económico más rápido que las potencias coloniales. (...) Esta regla sigue siendo válida en gran medida para el siglo XX” (Paul Bairoch, “Mitos y paradojas de la historia económica”, p. 111). Esto se explica fácilmente por varias razones sobre las que no podemos extendernos aquí. Señalemos simplemente que, por regla general, toda venta de mercancías en un mercado extra-capitalista sale del circuito de la acumulación y, por tanto, tiende a frenar esta última. En cierta manera, del mismo modo que la venta de armamento aprovecha al capitalista individual, pero corresponde a una pérdida completa para el capital global (pues este tipo de mercancía no es reintegrado en el circuito de la acumulación), la venta de mercancías en el exterior del capitalismo puro permite ciertamente a los capitalistas individuales realizar sus mercancías, pero frena la acumulación global del capitalismo, pues esta venta corresponde a una salida de medios materiales del circuito de la acumulación.
[36] Como indica el cuadro inferior, las tasas de crecimiento anuales medias de la producción por habitante son débiles cuando los mercados extra-capitalistas son abundantes, y tanto más intensas cuando el salariado es importante (contrariamente a la idea inversa defendida por Rosa Luxemburgo). Esta progresión marca netamente el paso después de la primera guerra mundial. Inaugura las crisis internacionales a dominante salarial que los Treinta años gloriosos habían podido poner un poco entre paréntesis durante algún tiempo (ver más abajo) :
1500-1700 : 0,04
1700-1820 : 0,07
1820-1870 : 0,54
1870-1900 : 1,24
1900-1913 : 1,47
1913-1940 : 0,94
1950-1980 : 2,57
1980-2003 : 1,60
Fuente : A. Maddison : http://www.ggdc.net/maddison/
[37] Marx, Grundrisse (Manuscritos de 1857-58). La Pléiade, Économie II : 272-273.
[38] (1) Catastrofismo luxemburguista del KAPD (tendencia Essen) a comienzos del siglo XX. (2) Fracaso de numerosos grupos políticos de oposición a la III Internacional prediciendo el fin del capitalismo en 1929 sobre bases análogas. (3) Parálisis y dispersión de la Izquierda italiana (Bilan) en 1940 como consecuencia de su teoría catastrofista sobre la economía de guerra. (4) Desaparición de la Izquierda Comunista de Francia (Internationalisme) que predecía la crisis permanente y la 3ª guerra mundial en 1952 sobre la base del análisis de Rosa Luxemburgo. (5) Múltiples escisiones entre los bordiguistas como consecuencia de la previsión de crisis catastrófica en 1975 por Bordiga.
[39] El capital hoy, publicado por Maximilien Rubel en Estudios de marxología, nº 11, junio de 1967.
[40] Marx, Teorías de la plusvalía, libro IV, capítulo XVI, La teoría de la ganancia de Ricardo, § 3, La ley de la baja de la tasa de ganancia, Éditions Sociales, tomo 2 : 559-560.
[41] Paul Mattick, Integración capitalista y ruptura obrera, EDI :151. O también : “Salarios y ganancias pueden elevarse si la productividad crece de modo suficiente...”, El capital hoy, publicado por Maximilien Rubel en Estudios de marxología, nº 11, junio de 1967.
[42] Fuente : A. Parienty, Productividad, crecimiento, empleo, colección CIRCA, A. Colin 2005, p.94.
[43] En general, dentro de los países desarrollados, la parte de los salarios representa del 70 al 75% de la demanda final a comienzos de los años 1980, 60 a 65% hoy.
[44] “El salario mismo es integrado en el Estado. La fijación, en su valor capitalista, es atribuida a organismos estatales”, Internationalisme nº 46 (mayo de 1952), extraído del artículo titulado La evolución del capitalismo y la nueva perspectiva.
[45] Las colonias, y más generalmente el Tercer Mundo, seguían siendo lugares de apuestas geoestratégicas y suministrador de ciertas materias primas y productos exóticos. Sin embargo, comercialmente perdían mucho en importancia relativa : en sentido de Tercer Mundo hacia los países desarrollados desde el final de los años 30 y en el sentido contrario desde comienzos de los años 50.
[46] Cae de su peso que una crisis de rentabilidad desemboca forzosamente en un estado endémico de sobreproducción, tanto de capitales como de mercancías. Sin embargo, estos fenómenos de sobreproducción eran subsiguientes y objeto de políticas de reabsorción, tanto por los actores públicos (cuotas de producción, reestructuraciones, etc.) como privados (fusiones, racionalizaciones, rescates, etc) [Durante los años 1970, la crisis se manifiesta esencialmente por la baja de la tasa de ganancia y por reestructuraciones, por tanto, por despidos y un fuerte aumento del paro... no por una sobreproducción de mercancías o una baja de los salarios. Cuando se han manifestado fenómenos de sobreproducción, sólo han afectado a ciertos sectores que han sido objeto de reestructuraciones como la siderurgia, los astilleros, las minas de carbón].
[47] Durante los años 70, la clase obrera sufre la crisis esencialmente bajo las formas de una degradación de sus condiciones de trabajo, de reestructuraciones y despidos y, por tanto, de un aumento espectacular del paro. Contrariamente a la crisis de 1929, este paro no conlleva espiral de recesión gracias a la utilización de los amortiguadores sociales keynesianos : subsidios de paro, indemnizaciones por reconversión, preaviso de despido, etc.
[48] La productividad del trabajo constituye, en Marx, la variable-llave de la evolución del capitalismo, pues no es otra cosa más que lo inverso del valor, es decir, el tiempo de trabajo social medio para producir las mercancías.
[49] Fuente del gráfico : M. Husson, http://hussonet.free.fr/parvaesp.pdf. Observemos también la estabilidad de esta parte salarial durante los Treinta años gloriosos, y su alza gracias a la prosecución de las políticas de indexación salarial –mientras que la productividad del trabajo se ralentiza bruscamente- en un contexto de reactivación de la lucha de clases desde el final de los años 1960 y durante todos los años 1970.
[50] El gráfico nº 4 nos indica que el crecimiento y la acumulación oscilan entre el 2% y el 3% después de 1982, mientras que oscilaban alrededor de niveles dos veces más elevados durante los buenos años de posguerra (entre 4% y 6%) y más aún para ciertos grandes países como Alemania y Japón.
[51] De ahí la paradoja ‘escandalosa’ de empresas que despiden, racionalizan y reestructuran, al tiempo que obtienen beneficios asombrosos.
[52] En efecto, la debilidad de las ganancias de productividad, la desregulación de los mecanismos keynesiano-fordistas, y el cada cual para sí, hacen esta remontada de la demanda final socio-económica y políticamente imposible en la hora actual. Y ello, contrariamente a los Treinta años gloriosos en que el aumento de la productividad permitió hacer compatible –en el marco de un capitalismo de Estado coaccionante- el crecimiento paralelo de la demanda y las ganancias (ver más arriba). -
[53] Fuente, Husson : http://hussonet.free.fr/parvaesp.pdf.
[54] Fuente : M. Husson, El capitalismo tóxico, http://hussonet.free.fr/toxicape.pdf.
[55] Fuente del artículo : Monty Pelerin, 2010 Will Be Worse, publicado en American Thinker, enero de 2010 : http://www.americanthinker.com/2010/01/2010_will_be_worse.html. Fuentes: Oficina de Análisis Económico, Reserva Federal, Oficina del Censo: Estadísticas históricas de los Estados Unidos desde los tiempos de las Colonias hasta 1970. Hasta el tercer trimestre de 2008.