Foro para la Izquierda Comunista Internacionalista
Mali y Argelia
Sería arriesgado reducir el conflicto en Mali, después del de Libia, a una simple cuestión de salvaguarda de las últimas guerrillas del imperio colonial francés (la “Francoáfrica”, campo de maniobras de los servicios secretos, desde Foccart [1] hasta Mitterrand). Este conflicto se inserta en una larga cadena de conflictos y desafíos estratégicos: desde Somalia al Sudán, de Etiopía a Eritrea, de Ruanda al Congo-Kinshasa, del Chad a Libia.
Mali es un eslabón esencial de la estabilidad de las fronteras en África - trazadas no hace mucho por el colonialismo francés - encerrado y rodeado por un impresionante número de países: Argelia, Níger, Senegal, Burkina-Faso, Mauritania, Costa de Marfil, y Guinea. Por su posición geográfica, Mali se ha convertido en lugar de paso obligado para toda clase de tráficos (cocaína en tránsito ahora por Guinea-Bissau) y armas de todo tipo entre los nómadas de la región del Magreb-Sahel (Libia, Mauritania, Argelia, Níger, etcétera).
Las últimas reapariciones de la guerrilla islamista, primero en Níger, en torno a las minas de uranio (explotadas por Francia y China), luego en el Sáhara argelino, alrededor de los pozos de gas, muestran que los desafíos geopolíticos superan de lejos a los de la ex potencia francesa, en declive desde hace una decena de años.
La “Francoáfrica” está acorralada. Los Estados Unidos han extendido su zona de influencia sobre algunos países estratégicos, para controlar mejor las rutas de aprovisionamiento de petróleo. El grupo británico BP ha desarrollado sus posiciones en Argelia, a costa de Francia. Pero el mayor problema se encuentra en una tendencia a la reducción de los porcentajes de mercado de todos estos países frente a China. La reciente “buena voluntad” de los chinos, sosteniendo la intervención francesa en Mali, y de rebote a Níger, donde China posee intereses económicos, es puramente circunstancial y no debe ocultar el nuevo dato geopolítico.
EVOLUCIÓN DE LOS PORCENTAJES DE MERCADO DE LOS CINCO PRIMEROS PROVEEDORES DE ÁFRICA (en tantos por ciento)
China, Francia, Estados Unidos, Italia, Alemania
Fuente: Base Chelem (CEPII)
China, desde hace diez años, ha extendido meticulosamente su tela de araña sobre casi todo el continente africano, incluida Argelia. Y proyecta controlar África, no sólo por su petróleo, sino también por los metales raros, necesarios para el desarrollo de sus industrias electrónicas y militares.
Según cifras recientes, el comercio entre China y África ha pasado de 129.600 millones de dólares americanos en 2010 a 200.000 millones en 2012. Con la eliminación de Gadafi por Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, China ha perdido una importante batalla por el control de su aprovisionamiento energético, aunque conserve todas sus posiciones en Sudán (tanto en el Norte como en el Sur, pese a la división del país en 2011), que sostiene con todas sus fuerzas, armas incluidas.
Su actual “aliado”, Rusia, también parece haber hecho un súbito giro frente al alza de China como potencia estratégica en sus fronteras. Según Laurent Fabius, Ministro de Exteriores francés, Rusia habría “propuesto aportar medios de transporte” para la logística de tropas y material francés en Mali. ¿Sería una moneda de cambio para conservar su base militar en Siria, después de la inevitable caída de Assad II?
Es evidente que la intervención de Francia en Mali y el recalentamiento de sus relaciones con Argelia no tienen nada que ver con ninguna “guerra” por las materias primas entre John Bull y el Tío Sam [2], de una parte, y Europa, de otra, en la que Francia intentaría tomar la dirección geopolítica. Todos los países de Europa y Estados Unidos, pese a sus aparentes diferencias, tienen a largo plazo todas las de ganar, eliminando a China del continente africano, para cortarle sus aprovisionamientos energéticos, antes de que los chinos pongan en práctica su vasto plan de desarrollo naval (reducido por el momento a un portaviones en el Mar de China desde 2011).
El imperialismo francés, que es uno de los cinco bandoleros [3] del Consejo de Seguridad de la ONU, deberá someterse a las decisiones que quiera tomar los Estados Unidos. Es así como León Panetta, secretario de Estado americano en Defensa, ha subrayado hace una semana que las operaciones en Mali no constituían una guerra francesa, sino que exigían “un esfuerzo internacional”, que debería ser confirmado por la ONU; o dicho de otro modo, por todos los bandoleros del Consejo de Seguridad, Alemania y Brasil incluidos (puesto que están asociados).
La cuestión del terrorismo islamista, que adiestra a sus “brigadas internacionales” con el objetivo de formar un nuevo califato en África, el Afrikanistán, podría parecer secundario, si detrás suyo no se perfilase un nuevo reparto imperialista de África occidental y central, que beneficiaría a Argelia y a otras potencias menores y de fuera de la región (Arabia Saudita, Catar, Emiratos del golfo arabo-pérsico), que se apoyan aquí y allá, en un “movimiento de liberación nacional tuareg” completamente inventado.
La gravísima situación de descomposición económica y política de todos estos países africanos, vinculados no hace mucho a la “Francoáfrica”, sólo puede alimentar apetitos imperialistas con múltiples actores. En este sentido, la eliminación de Gadafi ha permitido conceder gratuitamente enormes depósitos de armas a estas guerrillas “islamistas”, más o menos manipuladas por los servicios secretos de los Estados islámicos mencionados más arriba. Del mismo modo, la guerra en Mali y la ofensiva terrorista del AQMI (Al-Qaeda en el Magreb Islámico) en Argelia no son independientes la una de la otra. Su surgimiento no debe ser el árbol que oculta el bosque, es decir, disimular un giro geoestratégico en África.
África se ha convertido en un explosivo campo de enfrentamientos imperialistas, esencialmente tripolar: Estados Unidos y países anglosajones (Australia, Gran Bretaña y Canadá); Europa (principalmente Alemania, Italia y Francia); y China, con vistas a un control estratégico de materias primas. Estados Unidos quiere desplegar, aquí y ahora, toda su fuerza militar contra China, retirándose de Afganistán para concentrarse en las zonas del Pacífico y Océano Índico, antes de enfrentarse a la “cuestión africana”.
La China de los últimos veinte años no ha escondido nunca su intención de controlar África, no sólo económicamente, sino en términos estratégicos, en cuanto tenga los medios navales. Toda su ideología imperialista – difundida hasta el hartazgo en sus “manuales escolares” – se apoya considerablemente en el “modelo” del emperador Yongle, que hizo construir en el siglo XV centenares de naves (lo cual originó un primer desastre ecológico, puesto que desapareció la mitad de la cobertura forestal del sur de China) y ordenó grandes expediciones de “exploración” en todo el Océano Índico, particularmente hacia África oriental.
Dado que Estados Unidos pretende conservar su hegemonía mundial (disponen del cincuenta por ciento del armamento de técnica puntera), el Imperio central debe esperar una contraofensiva en regla de los Estados Unidos en todos los continentes, primero en Asia, y muy pronto en África.
En cuanto a la Francia “holandesa” [4] y al resto de países de Europa (Gran Bretaña, mientras permanezca en Europa; Francia, Alemania e Italia), la cuestión que preocupa a todos estos tunantes no es ciertamente el respeto a los “derechos del hombre” y a la construcción de “Estados de derecho”. Su obsesión es saber qué porcentaje del mercado les será concedido en este teatro de sombras africano, cuyos papeles principales son para Estados Unidos y China.
La guerra en Mali no se limitará al África occidental: la puerta está ya abierta de par en par a otros conflictos en África central (Ruanda, Uganda, Congo) donde las grandes potencias imperialistas se implican militarmente (por ejemplo, los británicos en Ruanda, que se ha hecho anglófona).
La scramble for Africa (reparto de África por las grandes potencias decidida en el Congreso de Berlín de 1884) no hace más que perpetuarse.
Una vez más, las poblaciones de África, situadas entre varias líneas de tiro cruzado de los bribones armados, con o sin uniforme, son las víctimas sangrientas y aterrorizadas de esos apetitos imperialistas, que su ideología, ya sea la “construcción de Estados de derecho” y las “luchas de liberación nacional, o bien sea el yijadismo, que tiene al “sacrosanto Corán” como manual de uso del kalashnikov [5].
Una vez más, los trabajadores de los países industrializados deberán pagar el elevado precio de estas guerras, que se inscriben en una carrera de armamentos cada vez más sofisticados que pronto tendrán en África un campo de experimentos.
Ph. B, 24 de enero de 2013.
Fuente del gráfico de este artículo :
Análisis de otros grupos :
– L’impérialisme occidental détient les ficelles des tensions au Mali.
– Intervention française au Mali: encore une guerre au nom de la paix !.
– Guerre au Mali. En Afrique, la France est le gendarme de l’Europe contre les USA et leurs acolytes.
[1] Jacques Foccart, el “hombre África”, fue enlace directo entre los presidentes de la República francesa y los distintos Jefes de Estado africanos, dependientes de la metrópoli para ejercer y mantenerse en el poder. Creó una red centralizada de acción e información policíaca y diplomática de carácter personal, que tanto utilizaba mercenarios como servicios oficiales. Prestó su red en diversos fraudes electorales en Francia.
[2] John Bull personifica a Inglaterra y el Tío Sam a Estados Unidos.
[3] Los cinco miembros permanentes del Consejo General de la ONU son Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Federación Rusa y China. Una reciente reforma del Consejo de Seguridad considera a Brasil y Alemania como Estados asociados a esos cinco. Lenin había calificado la Sociedad de Naciones como “cocina de ladrones”.
[4] Cómica referencia al nombre del actual Presidente de la República francesa.
[5] Yihad: guerra santa. Kalashnikov: fusil de asalto soviético, diseñado en 1942 por Mijail Kaláshnikov.