Versión para imprimir

Siete controversias sobre las Tesis...

 

Las Tesis sobre la Revolución de Octubre y su degeneración así como los trabajos que las originan merecen ser subrayados [1]. Presentan la historia, las posiciones y la riqueza teórica de una izquierda comunista muy desconocida. Su interés es múltiple : actriz en el corazón de los acontecimientos, nos restituye de modo muy vivo todas las cuestiones concretas y políticas que se plantearon a la joven revolución rusa en un contexto de dramático aislamiento. Por tanto, era importante que un trabajo histórico viniese a esclarecer esta “rama rusa” de la Izquierda Comunista : ¿de qué manera los que se vieron confrontados directamente a la política de los Bolcheviques la han comprendido y criticado, cómo han analizado la involución de la revolución de Octubre? Los elementos suministrados, así como las citas que salpican estas tesis nos hacen percibir toda su importancia. Por su densidad y riqueza, estas tesis relanzan el debate sobre las lecciones a sacar de la revolución rusa así como las líneas que se pueden trazar para el período de transición hacia el comunismo. Con seguridad suscitarán diversas repercusiones y críticas. Por el momento, publicamos aquí siete cuestiones bajo forma de controversias. Hacen referencia tanto al asunto tratado – la Revolución de Octubre y las posiciones de las izquierdas – como a las conclusiones que los autores de estas tesis sacan de ello.

 

Partido y revolución

 

Con toda la razón, estas tesis insisten en la importancia del partido político para el éxito de una revolución, pero precisando igualmente que éste ya no podrá sustituir al poder de los soviets como hicieron los Bolcheviques : son los consejos obreros los que constituirán la columna vertebral de la sociedad posrevolucionaria. Sin embargo, afirmar que “no hay revolución sin partido de clase” en el sentido de la revolución de Octubre es históricamente erróneo. En efecto, si siempre han existido expresiones políticas en los movimientos revolucionarios del pasado, puesto que “los hombres hacen su propia historia...” como decía Marx [2], varios de estos movimientos, sin embargo, fueron victoriosos sin la acción significativa de un partido como en Rusia en 1917 :
a) la Comuna de París.
b) la revolución en Hungría en 1918.
c) la revolución en la República de Baviera en 1918.

Recordar que han sido posibles revoluciones sin la intervención de un partido cuya acción fue decisiva como en Octubre de 1918 no quita nada a la idea del carácter crucial de éste para maximizar el éxito de un proceso revolucionario, pero este carácter debe basarse en una argumentación pertinente y no en la exhortación de la necesidad de un partido en sí. Ahora bien, bastante paradójicamente hay más ejemplos de revoluciones (o de casi revoluciones) sin influencia significativa de un partido que con ella (Rusia 1917, España 1936).

 

Guerra imperialista y revolución

 

La tercera tesis desarrolla una posición sobre los acontecimientos de Brest-Litovsk (1918) que es propia de los redactores de estas tesis y que no correspondió a ninguna de las de la época. Afirma que la única política correcta frente a la ofensiva militar alemana hubiese sido la de “vencer o morir, ejemplo de lo cual había dado la Comuna de París” : “había que intentar desarrollar una guerra de guerrillas”. Los redactores de estas tesis afirman incluso que no había “Ninguna otra solución”, que “Este combate de guerrilleros no era una solución ideal, pero era la menos mala”. Ahora bien, la izquierda comunista rusa de aquella época había presentado una posición que era totalmente pertinente : “a menos de dejar el poder, como han considerado los comunistas de izquierda para evitar que la podredumbre de la degeneración recaiga sobre el proletariado del futuro”. En efecto, cuando la relación de fuerza es desfavorable a la clase obrera, trátese de una huelga, de un proceso revolucionario o en el plano militar, vale más batirse en retirada y reconstituir sus fuerzas que sacrificar a sus mejores elementos en un combate perdido de antemano, combate que entonces tiene más de una visión militar y de sacrificio de la revolución que de la verdadera naturaleza del proyecto comunista : el heroísmo ‘hasta el final’ es muestra, ante todo, de una concepción burguesa o pequeño-burguesa de la lucha emancipadora. En una configuración desfavorable a la clase obrera, sólo la retirada constituye la menos mala de las soluciones pues permite reagrupar sus fuerzas, sacar las lecciones y preservarse para la próxima tentativa, y esto sin riesgo de traicionar los principios de la revolución. Este último aspecto nos parece particularmente crucial, pues todas las revoluciones en las que sus actores han transigido con los principios en nombre de la eficacia, para ganar tiempo, por expedientes tácticos... todos estos episodios han permitido, quizás, ganar algunos meses de respiro, pero :
a) todos han llevado finalmente a la derrota ;
b) al final todos se han vuelto contra la clase obrera ;
c) todos han corrompido los principios, desacreditado el proyecto comunista y hecho aún más difícil para las generaciones ulteriores su realización.

 

Factores internos y externos

 

Nos parece esencial poder extraer una comprensión correcta en lo concerniente a la contribución respectiva de los factores internos y externos a la degeneración de un proceso revolucionario. A este respecto, las tesis afirman que : “si la revolución mundial se hubiese extendido rápidamente, estas estructuras arcaicas no habrían tenido ningún peso real y habrían sido barridas”. Esta afirmación encubre una idea fundamentalmente justa : la extensión de la revolución aporta el oxígeno y la perspectiva necesaria para resolver problemas que no pueden encontrar solución en un marco nacional. Sin embargo, tal como está formulada, esta idea subestima los factores internos de la degeneración de una revolución. En efecto, pretender que su extensión solucionará de oficio sus obstáculos internos, que estos últimos “no habrían tenido ningún peso real y habrían sido barridos” es tanto como presumir del carácter automáticamente benéfico de las soluciones aportadas por la extensión. En realidad, esta última es una condición necesaria, pero no suficiente : constituye un factor favorable e indispensable, pero en nada una garantía absoluta, una solución automática a los problemas internos planteados a una revolución. Estudiar los factores internos de la degeneración de un proceso revolucionario constituye un trabajo tan crucial como sacar las lecciones para su extensión, el uno no va sin el otro.

 

El paso a la contrarrevolución

 

A nuestro entender, las Tesis... contienen una ambigüedad acerca del momento en que el partido Bolchevique pasa definitivamente a la contrarrevolución pues, de un lado, afirman que :
1) “Defender el ‘régimen’ ruso arrastró a los bolcheviques en el poder a cometer actos que los han llevado fuera del campo proletario haciendo que se disparase contra las huelgas obreras de Petrogrado y tomando Cronstadt por asalto antes de ejercer la represión contra los obreros y los marinos revolucionarios...”. Por tanto, asumen que el partido bolchevique estaba ya “fuera del campo revolucionario” en ese momento, es decir, muy pronto en el proceso revolucionario.
2) Por otro lado, estas tesis desarrollan también la idea de que : “...con la adopción del ‘socialismo en un solo país’ en 1925 (XIV Congreso del partido comunista de la Unión soviética el 18/12/1925). La Internacional Comunista morirá de muerte natural en 1928 al adoptar en el VIº Congreso la posición del ‘socialismo en un solo país’”.
Una de dos : si el partido bolchevique estaba ya “fuera del campo proletario” desde “las huelgas obreras de Petrogrado y... Cronstadt”, ¡entonces no puede pasar una segunda vez a la burguesía en 1925 o en 1928!
Ciertamente, el partido Bolchevique ha cometido errores muy graves desde el día siguiente de la revolución, errores que han acelerado notablemente la contrarrevolución : represión de las huelgas, creación de la Checa, relegar a segundo plano y sustituir el poder de los soviets, represión de Cronstadt, etc. ; sin embargo, sólo cuando los bolcheviques abandonan el principio del internacionalismo proletario se puede decir que abandonan definitivamente el campo de la revolución.

 

Sobre la naturaleza del comunismo de guerra

 

Las tesis afirman que “... defender el ‘régimen’ ruso llevó a los bolcheviques a poner en tela de juicio las medidas económicas más dirigistas tomadas en el curso del último período para instaurar, después de haberlo combatido, el programa de Cronstadt mismo y el de los otros sublevados que reclamaban la ‘libertad del comercio’, bajo la forma del programa de la NEP (la Nueva Política Económica escarnecida por Miasnikov como la ‘Nueva Explotación del Proletariado’”. Como el ‘comunismo de guerra’ fue el que precedió a la NEP, esta formulación da lugar a que se sobreentienda que “las medidas económicas más dirigistas” constituían una buena política a defender ; ahora bien, estas medidas eran obligadas por la situación (requisición, etc.) y no tenían nada de positivo. Al criticar la puesta en tela de juicio de estas medidas por los bolcheviques, las Tesis... olvidan una de las lecciones correctas que sacan de Octubre de 1917 : “la revolución y los revolucionarios no pueden hacer componendas con las contradicciones crecientes en situaciones extraordinarias, pues en un entorno hostil todo se revuelve contra ellos”.

 

El espíritu de Bilan y de Internationalisme (la GCF)

 

La tesis 9 afirma que : Sólo la Izquierda Comunista Internacional... lleva el devenir de las lecciones revolucionarias a escala mundial, al igual que en Rusia”. Esta idea está subrayada otra vez en la tesis doce en que la Oposición Internacional de Izquierda de Trotsky es pura y simplemente relegada a las mazmorras : “Por eso la oposición de izquierda ya no tenía nada que decir o hacer desde mediados de los años 20 (...) Solo la Izquierda Comunista obrera, presente entre los obreros, ha salvado el honor del comunismo”. Esto está en contradicción flagrante con el espíritu de las corrientes históricas de la Izquierda Comunista. Así, Bilan no se concebía más que como una de las izquierdas entre todas las que criticaban la degeneración de la revolución de Octubre y no como ¡”la única”! Cuando la Fracción italiana se dirigía a las otras fuerzas revolucionarias, afirmaba claramente que “no tiene intención de prevalerse de sus precedentes políticos para pedir adhesiones a las soluciones que preconiza para la situación actual. Muy al contrario, invita a los revolucionarios a someter a la verificación de los acontecimientos las posiciones que defiende actualmente así como las posiciones políticas contenidas en sus documentos de base”(editorial de su primer número en 1933). Esto significa que Bilan no se consideraba la única fuerza revolucionaria, ni que “sólo la Izquierda Comunista internacional” poseyese las buenas lecciones políticas. Y con razón, durante el período entre las dos guerras incluía a la Oposición Internacional de Izquierda en el campo revolucionario. Si Bilan consideraba que la corriente en torno a Trotsky ya no tenía nada que decir desde la mitad de los años 1920, entonces se pregunta uno en qué lío se ha metido la Fracción italiana discutiendo con la Oposición Internacional de Izquierda, esperando elaborar una plataforma común con ella, proponiendo que su revista fuese la de todos los grupos de la Oposición, etc. No se puede sostener más que “la oposición de izquierda ya no tenía nada que decir o hacer desde mediados de los años 20” puesto que el análisis de la naturaleza de la URSS de Bilan ¡compartirá aún durante mucho tiempo muchos aspectos con el de Trotsky! Bien mirado también, la posición que Bilan desarrollará sobre “La decadencia del capitalismo” viene en línea directa de Trotsky. Lo mismo ocurre con la posición sobre “La imposibilidad de reformas reales y duraderas en decadencia” que recogerán sus herederos de la GCF. A partir de ahí, guardémonos de ese triunfalismo consistente en gritar alto y fuerte que ¡“SÓLO la Izquierda Comunista internacional...”!

 

El Estado del período de transición

 

Las Tesis... propuestas a discusión reconcilian con fortuna la posición sobre el Estado-Comuna y la extraída por la Izquierda Comunista de Francia sobre el Estado del período de transición. En efecto, estas dos posiciones no son forzosamente contradictorias. Sin embargo, queda un gran número de problemas teóricos en los que hay que profundizar. Así ocurre con la definición, el lugar y la comprensión del papel del Estado en el período de transición. En efecto, aunque no se reduce a esta sola dimensión, una de las razones de ser esencial del Estado y, por tanto, de su definición, es “el monopolio de la violencia”. Ahora bien, para la Izquierda Comunista de Francia, durante el período de transición :
*es el proletariado el que detentará este monopolio ;
*el Estado del período de transición será desposeído de los medios del ejercicio de esta violencia. En este sentido, se lo puede considerar como un semi-Estado, según la expresión de Engels ;
*es el proletariado el que ejercerá su hegemonía a través de los consejos obreros y no se identificará con este Estado del período de transición ;
*finalmente, este Estado surgirá inevitablemente del suelo de la sociedad posrevolucionaria pues no se tendrán todavía las condiciones materiales para su desaparición.

Pero entonces se plantea el problema teórico y práctico siguiente : si el proletariado detenta el monopolio de la violencia y es el único en poder utilizarla, entonces asume de hecho una de las atribuciones esenciales del Estado. Ahora bien, la GCF afirma que el proletariado no puede identificarse con este Estado. De hecho, esta posición contiene una contradicción de fondo que es necesario resolver, pues si los consejos obreros ejercen el monopolio de la violencia, inevitablemente asumen uno de los papeles esenciales del Estado, se identifican con una de sus funciones principales.

 

C. Mcl

 

[1Leer la presentación de los dos folletos sobre las izquierdas en Rusia en nuestra rúbrica ‘Notas de lectura’.

[2El 18 Brumario de Luis Bonaparte (La Pléiade, Politique I : 437).