Foro para la Izquierda Comunista Internacionalista
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En su introducción al Capital, Marx afirma haber “llegado a descubrir la pista de la ley natural que rige su movimiento, y el objetivo final de esta obra es desvelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna” [1]. Ahora bien, la lectura de esta obra no permitió a Rosa Luxemburgo comprender ni el “problema de la producción capitalista en sus relaciones concretas”, ni el “de sus límites objetivos históricos” [2].
Estas graves lagunas teóricas y empíricas estarían, según Rosa Luxemburgo, en las “contradicciones del esquema de la reproducción ampliada” elaborado por Marx, y en las diferencias existentes entre los libros II y III del Capital : “...el esquema [de reproducción] está en contradicción con la teoría del proceso capitalista global y de su desarrollo tal como está esbozada en el libro III del Capital. (...) Comparando esta descripción con el esquema del libro II, se da uno cuenta inmediatamente de la diferencia. Lejos de comprobar una contradicción inmanente entre la producción de la plusvalía y su realización, encontramos en el esquema una identidad inmanente” (La Acumulación del capital). Para allanar estos límites e incoherencias que Rosa creía haber descubierto en Marx, elaboró su propia visión de la dinámica y de las contradicciones del capitalismo en su obra sobre La Acumulación del capital. El objeto de esta contribución es explicar en qué es necesario volver a la coherencia del análisis de Marx por medio de un examen crítico de las posiciones de Rosa Luxemburgo.
Para Rosa Luxemburgo, la esfera propiamente capitalista (el capitalismo ‘puro’) no puede asegurar más que su reproducción simple : “En el comercio capitalista interior, el capital no puede realizar, en el mejor de los casos, más que... el capital constante gastado, el capital variable y la parte consumida de la plusvalía” (La Acumulación...).
¿Por qué? Porque aquélla no contendría la demanda social que le permitiría realizar el fin de su acumulación ampliada, a saber, la capitalización de la plusvalía adicional : “…lo que necesitamos encontrar es la demanda económica del sobreproducto... (...) ...para poder hacer trabajar a nuevos obreros con nuevos medios de producción se necesita – desde el punto de vista capitalista – tener antes un fin para la ampliación de la producción, una nueva demanda de productos a fabricar” (La Acumulación...).
Dicho de otro modo, el capitalismo puro está confrontado a una sobreproducción permanente con relación a sus medios internos de realización : “¿Quién, pues, comprará, consumirá la porción de mercancías, sólo la venta de las cuales hará posible la acumulación? Una cosa está clara : no serán los obreros ni los capitalistas mismos” (Anticrítica).
Esta sobreproducción interna del capitalismo puro engendra un déficit de medios de producción y un excedente de medios de consumo : “Si tuviese que continuar la acumulación así, habría un déficit de medios de producción... (...) Por el contrario, el mismo fenómeno tiene como consecuencia un excedente mucho más considerable de medios de consumo invendibles” (La Acumulación...).
A partir de ahí recae en los mercados extra-capitalistas el cumplir una doble función : la de absorber “la porción de mercancías que contiene la ganancia destinada a la acumulación”, especialmente esos medios de consumo excedentes producidos por el capitalismo puro, pero también la de suministrar los medios de producción necesarios a la ampliación de la acumulación de éste. En efecto :
1) Por un lado, el capitalismo puro necesita una demanda social exterior para comprarle las mercancías que contienen la ganancia destinada a la acumulación : “Para que pueda tener lugar la acumulación, los capitalistas deben encontrar en otra parte compradores para la porción de mercancías que contiene la ganancia destinada a la acumulación ; estos compradores deben tener medios de pago provenientes de una fuente autónoma y no adelantados por los capitalistas... Debe tratarse de compradores que se procuran medios de pago gracias a un sistema de intercambio de mercancías, por tanto, sobre la base de una producción de mercancías, y esta producción debe encontrarse necesariamente fuera del sistema capitalista de producción” (Anticrítica).
2) Por otro lado, con el dinero conseguido por la venta, en la esfera extra-capitalista, de las mercancías que contienen la ganancia destinada a la acumulación, el capitalismo puro compra en esta misma esfera exterior los medios de producción necesarios a la ampliación de su producción : “Hasta ahora no habíamos considerado la reproducción ampliada más que desde un solo punto de vista, a saber, cómo es posible la realización de la plusvalía. (...) Sin embargo, la realización de la plusvalía no es el único elemento de la reproducción que hay que tener en cuenta. (...) la segunda condición de la acumulación es la adquisición de los elementos materiales indispensables para la extensión de la producción. (...) la acumulación capitalista depende de los medios de producción producidos fuera del sistema capitalista” (La Acumulación...).
Por tanto, Rosa Luxemburgo confiere a los mercados extra-capitalistas un doble papel :
1) El papel exclusivo que permite realizar la plusvalía acumulable : “...la parte de la plusvalía destinada a la capitalización debe ser realizada ‘en el exterior’ (...) El capital sin empleo no tenía la posibilidad de acumular en su país de origen por falta de demanda de productos adicionales” (La Acumulación...).
2) Pero, asimismo, suministrar al capitalismo puro los medios materiales necesarios a la ampliación de su proceso de producción : “El mercado exterior para el capital es el medio social no capitalista que lo rodea, que absorbe sus productos y le suministra elementos de producción y fuerzas de trabajo” (La Acumulación…).
Ahora bien, estos mercados extra-capitalistas sólo existen en cantidad limitada y son arruinados progresivamente por el desarrollo del capitalismo : “Así el capitalismo no deja de crecer gracias a sus relaciones con las capas sociales y los países no capitalistas, prosiguiendo la acumulación a sus expensas, pero descomponiéndolos al mismo tiempo y rechazándolos para implantarse en su lugar” (Anticrítica).
En consecuencia, el origen de las crisis de sobreproducción tiene su fuente en la capacidad limitada de absorción por parte de los mercados extra-capitalistas. Para superar este límite, el capitalismo procede a una extensión del mercado mundial y de sus relaciones de producción a expensas de la esfera extra-capitalista.
Sin embargo, tras los veinticinco años de imperialismo intensivo entre 1880 y 1914, esta esfera llega a ser relativamente insuficiente con relación a las necesidades a las que ha llegado la acumulación a escala mundial : “La segunda línea de fuerza que desemboca en la guerra actual y confirma tan brillantemente la predicción de Marx, se deriva de un fenómeno de carácter internacional que Marx no ha conocido : el desarrollo imperialista de estos últimos 25 años. (...) ... este desarrollo inauguraba ... un nuevo período de efervescencia para los Estados europeos : su expansión, a cual más, hacia los países y las zonas del mundo que seguían siendo no-capitalistas. Ya desde los años 1880 se asistía a una nueva acometida especialmente violenta hacia las conquistas coloniales” (Folleto de Junius).
Esta fase “imperialista” de “25 años de acometida violenta” para la conquista de “zonas del mundo que seguían siendo no-capitalistas” es la que, para Rosa, significa la entrada en decadencia del capitalismo con ocasión de la primera guerra mundial : “El imperialismo es, a la vez, un método histórico para prolongar los días del capital y el medio más seguro y rápido de ponerle fin objetivamente. Esto no significa que el punto final necesite literalmente ser alcanzado. La sola tendencia hacia este fin de la evolución capitalista se manifiesta ya a través de fenómenos que hacen de la fase final del capitalismo un período de catástrofes” (La Acumulación...).
Esta fase-bisagra entre el siglo XIX y el XX desemboca en la saturación relativa de los mercados extra-capitalistas habida cuenta de las necesidades alcanzadas por la acumulación del capitalismo a escala mundial : “Geográficamente, este medio representa aún hoy la mayor parte del globo. Sin embargo, el campo de expansión ofrecido al imperialismo aparece como mínimo comparado con el nivel alcanzado por el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas...” (La Acumulación...).
Las zonas extra-capitalistas, aunque todavía abundantes geográficamente a comienzos del siglo XX, no representan ya un mercado suficiente en valor más que para asegurar una expansión normal del capitalismo como en el siglo XIX. Tal es, para Rosa Luxemburgo, el fundamento económico de la entrada en “la fase final del capitalismo” en el momento de la primera guerra mundial : el capitalismo “podría tener una poderosa extensión si rechazase en todas partes las formas atrasadas de producción”, pues “la producción capitalista en tanto que tal no representa más que una ínfima fracción de la producción mundial”, y “cuanto más reemplace la producción capitalista los modos de producción más atrasados, más estrechos se hacen los límites del mercado creado en la búsqueda de ganancia, con relación a la necesidad de expansión de las empresas capitalistas existentes” (Introducción a la economía política). De aquí proviene el freno al crecimiento de las fuerzas productivas tan característico de la decadencia del capitalismo.
Esta visión de la dinámica y de las contradicciones del capitalismo desarrollada por Rosa constituiría “la respuesta” a las contradicciones que existirían en la obra de Marx.
Mientras que Rosa Luxemburgo confiere a los mercados extra-capitalistas un papel doblemente central, Marx los excluye de entrada y explícitamente de su análisis. Toda su explicación de la acumulación del capital se sitúa en el terreno del capitalismo puro únicamente. Esto, no sólo por hipótesis metodológica, sino también y sobre todo porque no juzga que los mercados extra-capitalistas sean necesarios para la comprensión de la dinámica y de las contradicciones del sistema capitalista, y ello, por las cinco razones siguientes :
1) El capitalismo contiene en sí mismo una dinámica permanente de ampliación de la escala de su producción que sobrepasa de lejos la reproducción simple. Para Marx, el capitalismo ‘puro’ no tiene ninguna necesidad de una demanda exterior que emane de la esfera extra-capitalista para asegurar su acumulación ampliada : “ ¡...transformar de nuevo incesantemente en capital la mayor parte posible de la plusvalía o del producto neto! Acumular por acumular, producir por producir, tal es la consigna de la economía política proclamando la misión histórica del período burgués. (...) Con toda seguridad, producir, producir cada vez más, tal es nuestra consigna...” [3]. Esta dinámica se impone como una coerción para la supervivencia del sistema : todo capital dejado sin empleo se desvaloriza y es desalojado del mercado : tal es el motor de “...la tendencia a la acumulación, la tendencia a aumentar el capital y a producir plusvalía en una escala ampliada. Ésa es, para la producción capitalista, una ley, impuesta por los constantes trastornos de los métodos de producción mismos, por la depreciación del capital existente que estos trastornos conllevan siempre, la lucha general de la competencia y la necesidad de perfeccionar la producción y ampliar su escala, simplemente para mantenerse y bajo pena de desaparecer” [4].
2) Esta dinámica permanente de ampliación de la producción genera la demanda social creciente necesaria gracias al empleo de nuevos trabajadores y a la reinversión en medios de producción y de consumo adicionales : “Los límites del consumo son ampliados por la tensión del proceso de reproducción mismo; por un lado, ésta aumenta el gasto de la renta por parte de los obreros y los capitalistas; por otro, es idéntica a la tensión del consumo productivo” [5].
3) Para Marx, las contradicciones intrínsecas a esta ampliación son las que engendran periódicamente crisis de sobreproducción que se manifiestan por una insuficiencia de la demanda solvente con relación al desarrollo de la producción.
4) Para ampliarse, el capitalismo necesita encontrar en su propio mercado los medios materiales necesarios a su ampliación ; y generalmente esos son medios modernos y que dan rendimiento que la esfera de la pequeña producción mercantil extra-capitalista es muy incapaz de suministrar.
5) Además, las ventas de mercancías en estos mercados extra-capitalistas corresponden a la demanda de estas capas ; son, por tanto, inadecuadas a la reinversión con miras a la ampliación del capitalismo puro. Doble comprobación que, por lo demás, Rosa Luxemburgo reconoce : “Pero desde el momento en que admitimos que la plusvalía es realizada en el exterior de la producción capitalista, por ahí mismo admitimos que su forma material no está ligada a las necesidades de la producción capitalista. Su forma material responde a las necesidades de los ambientes extra-capitalistas que ayudan a realizarla” (La Acumulación...). Las mercancías concernidas, al ser vendidas a estos compradores y al responder a sus necesidades, salen, pues, del circuito de la acumulación. Esta salida de mercancías del circuito de la acumulación frena a ésta en lugar de estimularla.
De estas cinco proposiciones Marx saca tres conclusiones :
1) Contrariamente al análisis de Rosa, la esfera extra-capitalista, para Marx, no es necesaria en absoluto para comprender la acumulación ampliada, ni como espacio de realización ni como fuente de medios materiales necesarios a la ampliación del capitalismo puro.
2) En realidad, esta esfera extra-capitalista no es verdaderamente indispensable al capitalismo puro más que durante su fase de acumulación primitiva, cuando “la génesis del capital”, dirá Marx.
3) Para él, asimismo, “la tendencia a la sobreproducción” no proviene de una insuficiencia de mercados extra-capitalistas, sino de la “relación inmediata del capital” dentro del capitalismo puro : “Cae de su peso que no tenemos la intención de analizar aquí en detalle la naturaleza de la sobreproducción ; simplemente, extraemos la tendencia a la sobreproducción que existe en la relación inmediata del capital. Por tanto, aquí podemos dejar de lado todo lo que se refiere a las otras clases poseedoras y consumidoras, etc., que no producen, sino que viven de sus rentas, es decir, proceden a un intercambio con el capital y constituyen un centro de intercambio para él. No hablaremos de ellas más que allí donde tienen una importancia verdadera, es decir, en la génesis del capital” [6].
Después de haber vendido sus mercancías en la esfera extra-capitalista, el capitalismo puro dispone ciertamente del dinero correspondiente, pero no puede hacer nada con él dentro del capitalismo puro puesto que los medios materiales necesarios a su ampliación ya no están disponibles : o bien han sido consumidos para asegurar la acumulación simple, o bien han sido vendidos e incorporados dentro de la esfera extra-capitalista.
Además, las mercancías vendidas en la esfera extra-capitalista corresponden a las necesidades de esta esfera, y no a las de la acumulación ampliada. A partir de ahí, si estas mercancías permiten realizar la plusvalía necesaria a la acumulación, no pueden servir de medios materiales a su ampliación. La misma Rosa Luxemburgo está de acuerdo con ello : “La transacción que ha permitido realizar la plusvalía ha aniquilado al mismo tiempo la posibilidad de convertir esta plusvalía realizada en capital productivo (...) Hasta ahora habíamos considerado la reproducción ampliada sólo desde un punto de vista, a saber, cómo es posible la realización de la plusvalía. (...) Sin embargo, la realización de la plusvalía no es el único elemento de la reproducción que hay que tener en cuenta. (...) De la mano a la boca se pierde la sopa. En efecto, ahora se da uno cuenta de que la segunda condición de la acumulación es la adquisición de los elementos materiales indispensables a la extensión de la producción. ¿Dónde cogerlos, pues acabamos de realizar en dinero el sobreproducto en forma de productos de la sección I, es decir, bajo forma de medios de producción, y que los hemos vendido en el exterior de la sociedad capitalista? La transacción que ha permitido realizar la plusvalía ha aniquilado al mismo tiempo la posibilidad de convertir esta plusvalía realizada en capital productivo . Parece, pues, que nos hemos librado de Caribdis para caer en Escila” (La Acumulación...).
La respuesta de Rosa Luxemburgo a este problema es la siguiente : el dinero proveniente de la venta de mercancías en la esfera extra-capitalista sirve a continuación para comprar allí bienes producidos por estos pequeños productores, bienes que corresponderían a los medios materiales necesarios a la ampliación de la acumulación del capitalismo puro. Dicho de otra manera, para Rosa, es la producción local de los campesinos y artesanos del mundo la que suministraría los bienes requeridos para las reinversiones con vistas a la ampliación del capitalismo puro : “...la acumulación capitalista depende de los medios de producción producidos fuera del sistema capitalista. Por lo demás, basta recordar qué papel juega la importación de trigo, producto agrícola, independiente, pues, del modo de producción capitalista, en la alimentación de la masa obrera europea (como elemento del capital variable) para darse cuenta de que la acumulación está ligada necesariamente en sus medios materiales a ambientes no capitalistas. (...) El problema de los elementos materiales de la acumulación no se acaba con la creación de la plusvalía bajo una forma concreta ; el problema se plantea entonces de otra manera : para utilizar de manera productiva la plusvalía realizada, es necesario que el capital pueda disponer progresivamente de toda la Tierra a fin de asegurarse un surtido ilimitado de medios de producción en cantidad y en calidad (...) Entre el período de producción en que es producida la plusvalía y el período siguiente de la acumulación en que esta plusvalía es capitalizada, hay lugar para dos transacciones distintas : la realización de la plusvalía, es decir, su conversión en valor puro, y después la transformación de este valor puro en capital productivo ; estas dos transacciones se efectúan entre la producción capitalista y el ambiente no capitalista que lo rodea. Por tanto, el comercio internacional es, desde el punto de vista de la realización de la plusvalía, así como desde el punto de vista de la adquisición de los elementos materiales del capital constante, una condición histórica vital del capitalismo ; el comercio internacional se presenta en la situación concreta actual como un intercambio entre las formas de producción capitalistas y las formas de producción no capitalistas. (...) El mercado exterior para el capital es el ambiente social no capitalista que lo rodea, que absorbe sus productos y le suministra elementos de producción y fuerzas de trabajo” (La Acumulación...). Esta respuesta de Rosa es inaceptable por, al menos, cinco buenas razones.
1) Lo esencial de los productos necesarios a la reinversión con vistas a la ampliación deben ser los más modernos y que den el mejor rendimiento posible. Ahora bien, ¡ningún pequeño campesino y artesano de la Tierra puede suministrar las cadenas de montaje robotizadas, las máquinas que funcionan con mandos electrónicos, y los medios de transporte competitivos requeridos para la acumulación ampliada!
2) ¡Las ventas de mercancías del Tercer Mundo hacia el capitalismo puro conocen una caída vertiginosa y continua desde 1938! A partir de ahí, ¡la acumulación capitalista desde entonces no ha podido encontrar en este comercio con los países subdesarrollados los medios materiales requeridos para su ampliación! El crecimiento relativo de este comercio a partir de los años de 1980 responde a una lógica que no tiene nada que ver con la problemática ‘luxemburguista’ puesto que la India y China compran masivamente medios de producción y revenden medios de consumo... mientras que el esquema de Rosa es inverso : ¡los países desarrollados deberían vender medios de consumo a la India y a China y comprarles medios de producción!
3) Por tanto, el análisis de la acumulación por Rosa Luxemburgo desemboca en un déficit de medios de producción y en una sobreproducción de medios de consumo : “Si la acumulación tuviese que proseguir así, habría un déficit de medios de producción... (...) Por el contrario, el mismo fenómeno tiene como consecuencia un excedente mucho más considerable de medios de consumo invendibles” (La Acumulación...). Por tanto, el capitalismo debería importar bienes de producción y exportar bienes de consumo hacia la esfera extra-capitalista ; ahora bien, es exactamente lo contrario en la realidad. En efecto, el comercio con la esfera extra-capitalista cubre ventas de bienes de producción y compras de bienes de consumo : “La mayor parte de las exportaciones en dirección del tercer mundo está constituida por productos manufacturados...”, y los países desarrollados importan esencialmente bienes de consumo del Tercer Mundo (además de algunas materias primas) : ¡“las exportaciones de casi todos los países del tercer mundo han estado casi totalmente constituidas por productos primarios...”! [7] Esto es confirmado por un luxemburguista de renombre, F. Sternberg : “El formidable desarrollo del comercio exterior mundial que se comprueba en esta época se explica en una parte considerable por la penetración del imperialismo en estos nuevos territorios que, al exportar sus productos alimenticios y sus materias primas, pagaban así los productos industriales recibidos de las metrópolis” (El conflicto del siglo : 43). Las características concretas de estos intercambios están pues, en oposición a los análisis teóricos de Rosa. Esto equivale a refutar formalmente su intento de basar en el comercio con la esfera de la pequeña producción mercantil el origen de los medios materiales necesarios a la ampliación del capitalismo puro. En conclusión, los que se adhieren al análisis de Rosa Luxemburgo deberían deducir de ello que el comercio del capitalismo puro con la esfera extra-capitalista va contra las necesidades de la acumulación puesto que encubre ventas de bienes de producción y compras de bienes de consumo. En efecto, ¡con cestos de mimbre, nueces de anacardo y bananas el capitalismo puro no puede encontrar los medios materiales para ampliar su acumulación!
4) Después, queda atestiguado ahora que lo esencial de las exportaciones del Tercer Mundo ha sido suministrado muy rápidamente, no ya por la esfera de la pequeña producción mercantil, sino por empresas que emplean asalariados, es decir, ¡empresas capitalistas! En efecto, basta pensar en las grandes concentraciones obreras de las principales minas de oro, de la extracción de petróleo y de uranio, de la confección de prendas de vestir, de los cultivos de bienes de consumo salidos de grandes plantaciones, etc. ¡Estos intercambios están emparentados, pues, y mucho más amplia y precozmente de lo que se creía, con un comercio en el interior mismo de la esfera capitalista pura!
5) Finalmente, los bienes vendidos en la esfera extra-capitalista son generalmente bienes de pacotilla, o bienes de producción cuyas patentes son ya de dominio público y, sobre todo, responden a la demanda local y no a las necesidades materiales de la ampliación del capitalismo puro. ¡Por tanto, éste no puede ciertamente encontrar en estas mercancías (comprándolas de nuevo a bajo precio, o saqueándolas) los bienes modernos y que dan rendimiento necesarios para su extensión!
Sin embargo, lejos de nosotros la idea de negar que el capitalismo puro haya podido encontrar en la esfera extra-capitalista ciertos bienes útiles a su ampliación : esencialmente materias primas y bienes de consumo exóticos. Pero, a pesar de la realidad de estos intercambios, todos los datos convergen para concluir que no cubren :
– a) ni los bienes de producción requeridos para la ampliación de la acumulación ;
– b) ni los bienes modernos y que dan rendimiento necesarios a esta ampliación ;
– c) ni las cantidades requeridas necesarias.
Efectivamente, todas las estadísticas demuestran que la parte de los bienes provenientes de la esfera extra-capitalista, y que es utilizada para la reinversión capitalista, es muy reducida. En realidad, es en su propio mercado y en los intercambios internos del capitalismo puro donde éste encuentra los productos ‘último grito’ útiles a su reproducción ampliada.
El único fenómeno que responde en parte al proceso descrito por Rosa concierne a la mano de obra y su reproducción. Efectivamente, el ambiente extra-capitalista puede representar a veces una fuente no despreciable de medios humanos para alimentar la acumulación capitalista con nuevas fuerzas de trabajo a buen precio (por estar poco organizada y, frecuentemente, aún mantenida por este medio).
Este elemento, puesto que concierne a la mano de obra, no aporta solución ni al problema de la realización de las mercancías, ni al de la disponibilidad en medios materiales para la ampliación de la acumulación. Y tanto menos cuanto que una buena parte de la mano de obra necesaria a la ampliación de la acumulación debe ser cualificada ; ahora bien, no es la esfera extra-capitalista la que puede suministrar esta parte educada, formada, y que da resultados, de la fuerza de trabajo.
Además, los estudios de historia económica (J. M. Chevet, 1996, y M. Oveton, 1998) han mostrado que, desde la fase ascendente del capitalismo, la renovación de la clase obrera fue menos producto del éxodo rural (como pensaba Rosa Luxemburgo) que de su reproducción natural (como lo desarrollaba Marx en El Capital). ¡Se comprueba incluso que éste fue ya el caso con anterioridad! Efectivamente, si estos mismos estudios han confirmado el análisis de Marx acerca del papel de las enclosures (fenómeno de apropiación privada del suelo) en el proceso de revolución agrícola previo a la revolución industrial en Gran Bretaña, han mostrado, no obstante, que fue menos como fuente de mano de obra que como base para el aumento de la productividad agrícola : ésta se duplicará entre 1700 y 1850 en Inglaterra, permitiendo así la triplicación de la población global en el mismo tiempo, mientras que ésta sólo se había duplicado durante los dos siglos anteriores (1500-1700). En otras palabras, el desarrollo de la clase obrera, y la constitución de un “ejército industrial de reserva” (Marx), eran fenómenos que debían su dinamismo a un proceso endógeno muy precoz (como pensaba Marx), más bien que como resultado de una fuente externa como consecuencia de la destrucción / integración de los mercados extra-capitalistas (como pensaba Rosa Luxemburgo). Así, estos dos historiadores de la economía muestran que el crecimiento del proletariado y del ejército industrial de reserva “es más el resultado del crecimiento de la población que de una disminución del volumen del empleo ocasionada por un alza de productividad y la concentración de las explotaciones agrícolas”. Dicho de otro modo, la revolución agrícola permitió un crecimiento natural de la población mucho más intenso que antes, y es ella la que está fundamentalmente en la base de la ampliación del proletariado, relegando como complementario el fenómeno de vertimiento y proletarización de los campesinos como consecuencia de la destrucción de los mercados extra-capitalistas.
Esto impone una primera conclusión : Rosa Luxemburgo hace de la demanda social externa al capitalismo puro el motor de su acumulación, y hace de la producción local extra-capitalista la fuente de los medios materiales de su reproducción ampliada. Ahora bien, Marx demuestra que estas ventas corresponden a una salida del circuito de la acumulación, ¡y que el capitalismo puro no puede encontrar en la pequeña producción mercantil los productos modernos y de buen rendimiento requeridos para su ampliación! Tales son los fundamentos teóricos de la exclusión de esta esfera por parte de Marx. Por tanto, la teoría de Rosa Luxemburgo no ofrece ni un análisis coherente de la acumulación ampliada, ni una explicación satisfactoria del origen de los medios materiales para ésta.
Los partidarios del análisis luxemburguista de la acumulación pretenden que :
– a) este análisis explicaría de modo mucho más coherente el desarrollo capitalista : su expansión, la destrucción–integración de las zonas extra-capitalistas, el imperialismo... ;
– b) que Rosa Luxemburgo habría superado la incapacidad de Marx para explicar la acumulación del capitalismo : “El esquema marxiano de la reproducción ampliada no logra, pues, explicarnos el proceso de la acumulación tal como tiene lugar en la realidad histórica” (La Acumulación...) ;
– c) y que ella habría completado y reinsertado el análisis de Marx en la historia real del desarrollo capitalista [8].
¿Qué ocurre realmente?
I. Los mercados extra-capitalistas frenan la acumulación del capital en lugar de estimularla.
Concebir, como Marx, que las ventas extra-capitalistas corresponden a una salida de mercancías del circuito de la acumulación permite comprender por qué son los países que disponen de un vasto imperio colonial los que conocen las tasas de crecimiento más débiles, ¡mientras que los que venden en los mercados capitalistas tienen tasas muy superiores! En efecto, en lugar de estimular la acumulación, como piensan Rosa Luxemburgo y sus epígonos, las ventas en los mercados extra-capitalistas la frenan. Esto se comprueba a todo lo largo de la historia del capitalismo y, especialmente, ¡en los momentos en que las colonias juegan, o deberían jugar, su mayor papel!
En el siglo XIX, en el momento en que los mercados coloniales intervienen más, los países capitalistas NO-coloniales han conocido crecimientos netamente más rápidos que las potencias coloniales (71% más rápido como promedio [9]). He aquí las cifras del PIB por habitante durante los 25 años de imperialismo (1880-1813) que Rosa Luxemburgo definía como el período más próspero y dinámico del capitalismo. Países coloniales : GB (1,06%), Francia (1,52%), Holanda (0,87%), España (0,68%), Portugal (0,84% ; países no-coloniales : ¡USA (1,56%), Alemania (1,85%), Suecia (1,58%), Suiza (1,69%), Dinamarca (1,79%)! [10]
Esta comprobación es en realidad valedera para toda la historia del capitalismo : “comparando las tasas de crecimiento para el siglo XIX, resulta que por regla general los países no coloniales han conocido un desarrollo económico más rápido que las potencias coloniales. (...) Esta regla sigue siendo válida en gran parte en el siglo XX” [11]. Esto se comprueba aún más durante los Treinta años gloriosos posteriores a la segunda guerra mundial puesto que los países desprovistos de mercado colonial o neocolonial tienen tasas de crecimiento dos o tres veces más elevadas que los otros. Lo mismo ocurre con ciertos países llamados ‘emergentes’ : sus intercambios se hacen principalmente con el capitalismo puro, y no con su esfera extra-capitalista (no obstante, importante). Por tanto, la realidad está plenamente conforme con la visión de Marx y es exactamente opuesta a la teoría de Rosa Luxemburgo.
II. Los mercados extra-capitalistas no pueden explicar el crecimiento económico
Rosa Luxemburgo hace depender la acumulación ampliada de las ventas en los mercados extra-capitalistas. Ahora bien, las mejores estimaciones de las ventas realizadas en una gran parte de éstos (el Tercer Mundo) oscilan entre el 1,3% y el 1,7% [12]. Además, sólo una parte de éstas concierne a la esfera extra-capitalista, parte decreciente en tiempo de crecimiento. Es lo que confirman todos los estudios serios de historia económica : “A pesar de una opinión muy extendida, jamás ha habido en la historia del mundo occidental desarrollado un período en el transcurso del cual los mercados ofrecidos por las colonias, o incluso por el conjunto del tercer mundo, hayan jugado un gran papel en el desarrollo de sus industrias. El tercer mundo en su conjunto no representaba ni siquiera un mercado muy importante” [13]. La teoría de Rosa Luxemburgo no corresponde, pues, de ninguna manera a la realidad concreta del desarrollo capitalista y es incapaz de explicarlo.
III. Una subestimación de la baja de la tasa de ganancia y de los ciclos económicos
Al situar el origen de la dinámica del capitalismo en la demanda proveniente de los mercados extra-capitalistas, Rosa Luxemburgo será llevada a rechazar el análisis de Marx sobre los ciclos económicos, y a subestimar gravemente la importancia de la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia : tanto para explicar las crisis como la decadencia del capitalismo.
Tasa de ganancia y crisis
Hablando de varios economistas, Rosa Luxemburgo dirá que “cometen un error cuando creen haber descubierto en esta ley de la baja de la tasa de ganancia la esencia específica de la economía capitalista...” (La Acumulación...). La cosa es totalmente distinta para Marx, que la considera como “...de todas las leyes de la economía política moderna, la más importante de ellas. Esencial para la comprensión de los problemas más difíciles, es también la ley más importante desde el punto de vista histórico, una ley que, a pesar de su simplicidad, jamás ha sido comprendida hasta ahora, y menos aún enunciada conscientemente” [14]. Hará muy claramente de ella el origen de las muy numerosas crisis periódicas (esencialmente las ligadas a los ciclos decenales de acumulación) : “El límite del modo de producción se manifiesta en los hechos siguientes : 1º El desarrollo de la productividad del trabajo engendra, en la baja de la tasa de ganancia, una ley que, en determinado momento, se vuelve brutalmente contra este desarrollo y debe ser superada constantemente por medio de crisis” [15]. También expresa esta idea en otros muchos pasajes : “Sobreproducción de capital no significa nunca más que sobreproducción de medios de producción... una baja del grado de explotación por debajo de determinado punto provoca, efectivamente, perturbaciones y paros en el proceso de producción capitalista, crisis, incluso la destrucción de capital” [16]. La oposición con Rosa es total.
Tasa de ganancia y obsolescencia del capitalismo
Concerniente al hundimiento del capitalismo, Rosa dirá que “aún correrá agua bajo los puentes antes de que la baja de la tasa de ganancia provoque el hundimiento del capitalismo” (Anticrítica). Ahora bien, conforme a las enseñanzas que ha sacado del estudio de esta ley, Marx escribirá en El Capital que la llegada del período de senilidad del capitalismo ocurrirá cuando el capitalismo ponga un obstáculo al desarrollo de la productividad del trabajo : “Aquí el sistema de producción capitalista cae en una nueva contradicción. Su misión histórica es hacer que alcance su pleno desarrollo, que avance radicalmente, en progresión geométrica, la productividad del trabajo humano. Es infiel a su vocación desde el momento en que obstaculiza, como aquí, el desarrollo de la productividad. De esta forma demuestra simplemente, una vez más, que entra en su período senil y que se sobrevive a sí mismo cada vez más” [17]. Esta idea de que la baja tendencial de la tasa de ganancia constituye un límite histórico para el modo de producción capitalista se encuentra claramente en otros pasajes del Capital y, especialmente, en el siguiente : “Lo importante, en el horror que los economistas, a ejemplo de Ricardo, muestran ante la tasa de ganancia decreciente, es que se dan cuenta de que el modo de producción capitalista encuentra, en el desarrollo de las fuerzas productivas un límite que nada tiene que ver con la producción de la riqueza como tal. Y este límite particular demuestra el carácter estrecho, simplemente histórico y transitorio, del modo de producción capitalista; demuestra que no es un modo de producción absoluto para la producción de la riqueza, sino que en determinado estadio entra en conflicto con su desarrollo ulterior” [18]. Mientras que Marx había ligado siempre la entrada en decadencia del capitalismo a la constitución del mercado mundial, al final de su vida varios pasajes de sus escritos atestiguan que en adelante liga este advenimiento a la baja de la tasa de ganancia. El contraste aquí es, pues, todavía más fundamental puesto que Marx llega a hacer de esta ley de la baja de la tasa de ganancia el factor determinante de la entrada en decadencia del sistema capitalista, mientras que Rosa Luxemburgo sitúa su causa en la saturación de los mercados extra-capitalistas. Por nuestra parte, la historia ha zanjado con claridad : la entrada del capitalismo en su fase de obsolescencia está ligada a la generalización y dominación de la relación social de producción asalariada a escala del planeta (ver nuestro artículo Comprender la crisis en el nº1 de esta revista http://www.leftcommunism.org/spip.php?article143).
Tasa de ganancia y ciclos decenales de acumulación
Como Rosa Luxemburgo sitúa el origen de la dinámica del capitalismo en la demanda proveniente de los mercados extra-capitalistas, y esta demanda no está sujeta a variaciones cíclicas, rechazará explícitamente la teoría de Marx de los ciclos decenales basados en la dinámica de la tasa de ganancia : “la fórmula de un período decenal que realiza todo el ciclo de la industria capitalista era, en Marx y Engels en los años 60 y 70, una simple comprobación de los hechos : estos hechos no correspondían a una ley natural, sino a una serie de circunstancias históricas determinadas.. (...) La periodicidad decenal de estas crisis internacionales es un hecho puramente exterior, un azar” (Rosa Luxemburgo, Reforma o revolución). Ahora bien, para Marx es la mecánica de la baja tendencial de la tasa de ganancia la que está en la base de los ciclos decenales de acumulación y en el corazón del proceso que conduce a las crisis económicas : “A medida que el valor y la duración del capital fijo empeñado se desarrollan con el modo de producción capitalista, la vida de la industria y del capital industrial se desarrolla en cada empresa particular y se prolonga por un período de, digamos, una media de diez años. (...) ...este ciclo de rotaciones que se encadenan y se prolongan durante una serie de años en que el capital está prisionero de su elemento fijo, constituye una de las bases materiales de las crisis periódicas” [19]. Este análisis está empíricamente demostrado por dos siglos de evolución de la tasa de ganancia en que se puede identificar claramente las variaciones al alza y a la baja de la tasa de ganancia en cada ciclo de acumulación. De nuevo, los análisis de Marx y de Rosa Luxemburgo están en oposición de uno con el otro.
¿Se pueden clasificar estas dos concepciones opuestas acerca de la dinámica del capitalismo, la razón de su entrada en decadencia, sus crisis cíclicas, así como sus causas y orígenes? ¿Es una de ellas más capaz de dar cuenta de la realidad? Para eso, después de haber validado el análisis de Marx e invalidado el de Rosa Luxemburgo desde un punto de vista teórico, necesitamos girarnos hacia esa otra etapa fundamental del proceder científico que es la validación empírica [20]. ¿En realidad, qué ocurre?
En más de dos siglos de capitalismo (1780- 2008), algo menos de una treintena de ciclos económicos están ahí para invalidar formalmente las tesis de Rosa Luxemburgo y confirmar las de Marx. ¡Este último ya había identificado siete ciclos decenales mientras vivía, la III Internacional dieciséis [21], y las oposiciones de izquierda a ésta –en primera fila de las cuales, la Izquierda Comunista internacional- completarán este cuadro [22]! Finalmente, el gráfico que hemos reproducido en nuestro artículo Comprender la crisis del nº 1 de esta revista remata la demostración para el período de posguerra (http://www.leftcommunism.org/spip.php?article143). Atestigua no sólo la realidad de los ciclos sino también y sobre todo el carácter central de la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia en cuanto a sus dinámicas. Así, este gráfico muestra muy claramente que cada ciclo de acumulación está sujeto a ritmo por una fase de alza, y después de baja, de la tasa de ganancia, fase a la salida de la cual estalla la crisis. De este modo viene a desmentir formalmente la tesis de Rosa Luxemburgo y de sus epígonos que niegan el carácter cíclico de las crisis y que hacen depender la evolución de la tasa de ganancia de la saturación de los mercados. La realidad histórica y concreta viene a desmentir sus concepciones por, al menos, las tres razones siguientes :
– 1) No se puede conciliar el carácter cíclico comprobado de la acumulación y de sus crisis durante más de dos siglos de capitalismo, con la demanda proveniente de los mercados extra-capitalistas, que es acíclica.
– 2) No se puede explicar la subida la tasa de ganancia después de 1982, e incluso la superación de su nivel del período de la segunda posguerra mundial, cuando hay “agotamiento total de los mercados extra-capitalistas...” [23].
– 3) Como la tasa de ganancia dependería de los mercados extra-capitalistas, según los defensores del análisis de Rosa Luxemburgo, y como estos mercados están “totalmente agotados” hoy, esta tasa debería ser lógicamente igual a cero; ahora bien, ¡no ha hecho más que crecer después de 1982 hasta superar su nivel de posguerra!
A estas contradicciones insuperables en las que desemboca el análisis luxemburguista de la acumulación, nosotros preferimos recordar lo que Mitchell enunciaba en Bilan nº10 : “Recomenzar un ciclo para producir nueva plusvalía sigue siendo el objetivo supremo del capitalista”, y lo que Trotsky recordaba en el 3er congreso de la I.C. : ¡”Hasta que el capitalismo no haya sido destrozado por una revolución proletaria, vivirá los mismos períodos de alza y de baja, conocerá los mismos ciclos”! Hablando de la decadencia del capitalismo, Trotsky dirá también que “Las oscilaciones cíclicas van a continuar, pero, en general, la curva del desarrollo capitalista tendrá tendencia a bajar y no a subir”.
Todas estas discordancias entre los pilares teóricos del luxemburguismo y la historia real del capitalismo expresan las incoherencias de este análisis así como su incapacidad para hacer la realidad inteligible. Tienen sus raíces en una serie de presupuestos teóricos que analizaremos en la segunda parte de esta contribución. Finalmente, la tercera parte discutirá sobre la capacidad o no de la teoría luxemburguista de la acumulación para explicar un siglo de acumulación durante la fase de obsolescencia del capitalismo.
J. Johanson, C. Mcl, M. Luca, Vico [24]
Traducido por EM
[1] Primera edición alemana.
[2] “La idea del trabajo que sigue [La Acumulación del capital] me ha sido sugerida por una introducción popular a la economía política... Cuando en el mes de enero ... me disponía a acabar ... este trabajo de vulgarización de las teorías económicas de Marx, me encontré de pronto con una dificultad inesperada. No conseguía exponer de manera suficientemente clara el problema de la producción capitalista en sus relaciones concretas, así como sus límites históricos” (Prólogo a La Acumulación...).
[3] Marx, El Capital, libro I, cap. XXIV, La transformación de la plusvalía en capital, § III, La división de la plusvalía en capital y en renta, Éditions Sociales, tomo III : 36.
[4] Marx, El Capital, libro III, 3ª sección, La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, cap. XV, Desarrollo de las contradicciones internas de la ley, § 1, Generalidades, Éditions Sociales, tomo I : 257-258.
[5] Marx, El Capital, libro III,5ª sección, División de la ganancia en interés y en ganancia de empresa, cap. XXX, Capital dinero y capital real, Éditions Sociales, tomo 7 : 144.
[6] Marx, Grundrisse, capítulo sobre el Capital, 10/18, p. 226.
[7] Extracto de Bairoch, “Mitos y paradojas de la historia económica”, p. 186 y 187. Aquí debemos aceptar una cierta aproximación (pero limitada), pues las estadísticas y categorías burguesas no corresponden exactamente a los conceptos utilizados por el marxismo. En efecto, no se puede asimilar totalmente los ‘productos manufacturados’ a los ‘bienes de producción’, y los ‘productos primarios’ a los ‘bienes de consumo’. Pero, mediante esta aproximación, esta asimilación en el contexto presente es completamente pertinente.
[8] Especialmente, abandonando todas las hipótesis teóricas de Marx que serían inadecuadas y que constituirían otros tantos obstáculos para una buena comprensión de la acumulación ampliada : un mundo exclusivamente compuesto de capitalistas y obreros, un mundo considerado como una sola nación desembarazada de todo comercio exterior, etc. A partir de ahí, Rosa Luxemburgo sostendrá que su solución aportaría una respuesta a las contradicciones existentes en el libro II, y que ella estaría “... de acuerdo con los otros elementos de la doctrina de Marx, así como con la experiencia histórica y la práctica cotidiana del capitalismo, y que así permite poner remedio a la insuficiencia del esquema” (La Acumulación...).
[9] Hemos calculado una simple media de las tasas de crecimiento, es decir, que cada país interviene con la misma importancia, o dicho de otro modo, no hemos concedido más o menos valor a la tasa de crecimiento según la población de cada país.
[10] Tasa de crecimiento anual media (fuente: http://www.ggdc.net/maddison/).
[11] Paul Bairoch sobre los “Mitos y paradojas de la historia económica”, p. 111.
[12] “...se puede estimar que el tercer mundo no absorbía más que de 1,3% a 1,7% del volumen total de la producción de los países desarrollados, de lo que sólo el 0,6% a 0,9 % para las colonias” (Bairoch, “Mitos y paradojas de la historia económica”, p. 105).
[13] Paul Bairoch, “Mitos y paradojas de la historia económica”, p. 104.
[14] Marx, Grundrisse, La Pléiade II : 271-272.
[15] Marx, El Capital, libro III, La Pléiade II: 1041.
[16] Marx, El Capital, libro III, La Pléiade II: 1038.
[17] Marx, El Capital, libro III, éditions sociales, tomo I, p. 274.
[18] Marx, El Capital, libro III, La Pléiade, Économie II: 1025.
[19] Marx, El Capital, Libro II, La Pléiade, Économie II: 614.
[20] El marxismo rechaza el empirismo. Sólo la teoría da sentido a los hechos. Estos no representan nada en sí mismos. En efecto, un mismo hecho puede tener dos significados totalmente diferentes, dependiendo todo del marco teórico en que se inserte. Sin embargo, el marxismo rechaza otro tanto la pura especulación teórica como idealismo. En tanto que método científico, valida sus teorías en la realidad. Es la capacidad para explicar y mostrarnos los hechos de modo coherente lo que permite validar una teoría, afinarla, rechazarla o elaborar otra mejor. La validación empírica tiene su lugar, no en tanto que criterio de verdad en sí, sino como prueba de coherencia. Una teoría no se juzga sólo por su belleza lógica interna, sino sobre todo por su aptitud para dar cuenta de, y explicar, la realidad de modo coherente. Tales son el lugar y la importancia ‘de los hechos’ en el proceder científico. Por lo demás, Rosa no se equivocó ahí, puesto que es este argumento de la validación empírica el que utiliza para rechazar el análisis de Marx y substituirlo por el suyo. En efecto, ella pretende que la teoría de Marx (ya sean los esquemas, los ciclos decenales o la baja de la tasa de ganancia) es incapaz de dar cuenta de la realidad del desarrollo histórico del capitalismo, mientras que la suya nos presentaría esta realidad de modo coherente.
[21] “La alternancia de las crisis y de los períodos de desarrollo, con todos sus estadios intermedios, forma un ciclo o un gran círculo del desarrollo industrial. Cada ciclo abarca un período de 8, 9, 10, 11 años. Si estudiamos los últimos 138 años, nos daremos cuenta de que a este período corresponden 16 ciclos. Por consiguiente, a cada ciclo corresponde un poco menos de 9 años” (extracto del “Informe sobre la crisis económica mundial y las nuevas tareas de la I.C.” en el 3er congreso de la I.C. elaborado por Trotsky).
[22] Mitchell proseguirá este trabajo para la Izquierda italiana en su estudio de título evocador : “Crisis y ciclos en el capitalismo agonizante” : “Esta periodicidad casi matemática de las crisis constituye uno de los rasgos específicos del sistema capitalista de producción” (1934, Bilan nº10).
[23] Revista Internacional nº133 de la Corriente Comunista Internacional que defiende las bases del análisis económico de Rosa Luxemburgo.
[24] Esta crítica de los fundamentos de base de La Acumulación del capital desarrollada en esta contribución fue escrita primeramente como contribución interna de la Corriente Comunista Internacional. En ese momento era compartida por una quinta firma y propuesta como base para su publicación en el exterior. Al no ser atendida esta propuesta, la hemos rehecho para su aparición en Controverses.